10 de enero de 2023

ALEMANES EN LA FRONTERA. PARTE II

 LA PRESENCIA ALEMANA

Ya definidas las distintas "Fronteras" y su dinámica espacial y temporal, vamos a revisar la presencia alemana en el territorio de La Frontera durante los distintos períodos y límites geográficos, para lo cual hemos dividido este proceso en 5 etapas distintas, cada uno con sus propias características.

1° PERÍODO. EL ÉXODO VALDIVIANO. 1851 – 1857.

Para mediados del siglo XIX, Valdivia era un reducto muy apartado y prácticamente abandonado por la administración centralizada en Santiago, constituyendo una suerte de colonia penal hacia donde deportaban a los disidentes y a los políticamente más revoltosos. Además, la mayoría de la población criolla local siguió apoyando la causa realista hasta bien entrado el período republicano, por lo que una vez incorporados a la fuerza a Chile, el gobierno central no tenía mucho interés en desarrollar este territorio, salvo tener presencia militar para ejercer soberanía.


En ese tiempo, Valdivia tendría no más de 2.500 a 3.000 habitantes, y al empezar la llegada masiva de colonos alemanes, gracias a la ley de inmigración selectiva de 1845, se produjo un notorio incremento en la densidad poblacional, que en el corto plazo, generaría una serie de problemas y sería la causa principal de que muchas familias alemanas abandonaron la zona de Valdivia ante el fracaso del proceso colonizador, al menos desde el punto de vista de la ocupación territorial para la explotación agrícola.

Distinto fue el caso de las familias dedicadas al comercio y a otros servicios y manufacturas, como molineros, fabricantes de cerveza, herreros, mueblistas, etc. La colonia alemana de Valdivia fue un éxito desde el punto de vista netamente comercial e industrial, pero un fracaso desde el punto de vista del asentamiento y ocupación de terrenos agrícolas.


Desde 1846, con la continua llegada de veleros provenientes de Europa, se produjo un brusco incremento en la demografía de la zona. Los colonos que llegaron en el “Catalina”, fueron instalados en el fundo Bellavista. Sin embargo, alrededor del año 1848, el Intendente de Valdivia declaró nulas todas las compras de tierras para instalar a los nuevos colonos, debido a inscripciones fraudulentas realizadas por agentes externos a la zona, con la finalidad de especular con la necesidad de tierras para establecer a los recién llegados, y también por la oposición de ciertos grupos de poder santiaguinos, que no querían la instalación de los colonos alemanes en el sur de Chile.


Este hecho, que apenas es mencionado en la historia del proceso colonizador, significó un grave problema para las familias de inmigrantes, algunas de las cuales fueron recibidas en casas o campos locales, pero otras debieron ser instaladas en los fuertes militares de Corral y Niebla, ya que seguían llegando veleros con más colonos, generando un tremendo problema de hacinamiento.

Lo concreto es que recién en noviembre de 1850, llegó a Valdivia Vicente Pérez Rosales, recientemente nombrado como Agente de Colonización, a hacerse cargo del problema, casi al mismo tiempo que llegó el velero Hermann trayendo a bordo a Carlos Anwandter, con todos los bríos y entusiasmo de la reciente revolución de 1848 en Europa.


Evidentemente, al encontrarse con estas condiciones inesperadas, Anwandter y otros colonos se entrevistaron con Pérez Rosales, de manera de averiguar qué iba a pasar con ellos, bajo las esas condiciones de estadía.

Fue producto de esa reunión en la que no es difícil asumir que Pérez Rosales se vio en la urgente necesidad de gestionar la adquisición de terrenos para instalar allí a los colonos más vehementes, para ir bajando la presión social que se le venía encima. Al menos así lo da a entender en su libro. Curiosamente es que, al poco tiempo, se adquiere la Isla Teja y allí se instalaron varias familias, entre ellas, las que más notoriamente reclamaron, encabezadas por Anwandter.

Los barcos seguían llegando con cada vez más familias alemanas a engrosar las condiciones de hacinamiento, sin que nadie del gobierno hubiese ido a medir terrenos y trazar senderos en el territorio del lago Llanquihue, que continuaba siendo una selva virgen.

Ya para noviembre de 1852, con la llegada del Susanne, la situación se tornó casi a nivel de estallido social, o levantamiento popular, con más de 1.300 personas en condiciones de hacinamiento, por lo que las autoridades chilenas decidieron adelantar el traslado de las familias primero a Ancud, y luego a la caleta de Melipulli, hoy, Puerto Montt, cuidadosamente escoltados por un par de barcos de guerra de la Armada, para instalar a los colonos en galpones improvisados, mientras se abrían los primeros senderos hacia el lago Llanquihue.


Así, con esa serie de improvisaciones y falta de planificación efectiva de parte de las autoridades locales y del gobierno central, se inició la colonización alemana de esa zona, con todas las vicisitudes propias de la historia de ese proceso en particular.

Un año antes, en noviembre de 1851, cuando ya habían alrededor de 600 personas viviendo cerca de 3 años en condiciones de hacinamiento, Pérez Rosales le había escrito a Antonio Varas, pidiéndole ayuda para solucionar el problema de disponibilidad de tierras en Valdivia. El ministro le contestó que por ahora no podía ayudarlo y que la única solución era el traslado de los colonos a Concepción, Laja o a los potreros de Humán en Los Ángeles y que por el momento se olvidara del proyecto de colonización de Valdivia.


Este traslado pudo perfectamente ser realizado, de no ser por un pequeño detalle, que fue la revolución liberal de 1851, que mantuvo bastante ocupadas a las autoridades centrales, ya que precisamente el General Cruz, uno de los revolucionarios, armó su ejército en la zona de Concepción y alrededores, lo que imposibilitó el incipiente proyecto de traslado de la colonia alemana.


Como ya la situación era insostenible, fueron muchas las familias alemanas que abandonaron la fallida colonia en Valdivia se trasladaron a otras ciudades de Chile, principalmente a Concepción, desde donde se distribuyeron por toda la zona fronteriza, convirtiéndose esta ciudad, a través del puerto de Talcahuano, en la Puerta Norte de la colonización de la frontera.

El posterior auge de Valdivia no se debió mayoritariamente a la agricultura como principal rubro productivo, sino más bien al desarrollo de las actividades de artesanos, que posteriormente derivaron en iniciativas más grandes, que la convirtió en uno de los desarrollo industrial y comercial más grandes del cono sur.

Así, en este período, en la ciudad de Concepción tenemos a varios alemanes que habían llegado a Valdivia en donde podemos encontrar a:

Fernando Barth, que llegó en el velero Alfred en 1852,

Federico Boettler, que llegó en el Victoria en 1851,

Juan Gebhardt, en el Hermann en 1852,

Luis Metzdorf, del Hermann en 1850,

Carlos Ochsenius, en el velero Bonito en 1851,

Federico Rueff, panadero que llegó en el Victoria en 1851, entre otros.

Obviamente también llegaron alemanes directamente de Europa o desde Valparaíso, pero dada la actividad comercial, Concepción se convirtió en un polo de atracción para varias de estas familias.

En Chillán tenemos actividad de ciudadanos alemanes desde muy temprano, como por ejemplo,

Jorge Anwandter, claramente proveniente de Valdivia,

Federico Lange, molinero que llegó en el Victoria en 1852,

Enriqueta Hartmann, llegó en el Susanne en 1852,

Más tarde se incorporarían Salomón Goldenberg y Juan Schleyer, como importantes comerciantes llegados directamente desde Alemania.

La actividad de inmigrantes alemanes en Chillán fue de gran notoriedad desde muy temprano, ya que esta ciudad contó con el segundo Club Alemán más antiguo de Chile, fundado en 1859.

En Coronel tenemos muchísima actividad de alemanes o descendientes de ellos, muchos llegados primero a Valdivia.

Pedro Claussen, marinero del Horizont, que llegó en 1855,

Juan Gebhardt, sus padres llegaron en el Hermann en 1852,

Mauricio Gleisner en el Alfred en 1852,

Elena Hacker en el Melissa en 1853,

Jorge Haid en el Vesta en 1857,

Carlos Hensel en el Horizont en 1855,

Los padres de Andrés y Julian Hermann llegaron en el Middleton en 1849,

Federico Hohmann en el Helene en 1863,

Andrés Kühl en en New Ed en 1854,

Carlos Krause en el Australia en 1852,

Gustavo Lange en el Hermann en 1850,

Carlos Neumann, sus padres llegaron en el Susanne en 1850. Su tío Julio aparece por Copiapó en 1859,

Carlos Ochsenius de nuevo, lo vimos antes en Concepción. Llegó en 1851 en el velero Bonito,

Alberto Thater en el Rehierstieg en 1857,

Cristóbal Weiss, herrero que llegó en el Australia en 1852,

Guillermo Windnagel, carnicero que llegó en el Alfred, también en 1852.

En fin, mucha gente que se radicó o tuvo actividades comerciales o de manufactura, gracias al desarrollo de la minería del carbón en las costas de Arauco, y que significó la oportunidad de desarrollo de muchas familias alemanas.

En Lebu, también asociado al empuje de la minería carbonífera, encontramos a varios alemanes valdivianos, como, por ejemplo,

Hermann Bawlitza, que llegó en el Cesar un Helene en 1856,

Santiago Ebensperger en el Alfred en 1852,

Emilio Rauch, posiblemente en el Rehierstieg en 1855,

Otto Roestel en el Wandrahm en 1872,

Augusto Schliebner y su padre Fernando en el Alfred en 1856.

En Cañete, encontramos a:

Juan Krause, que llegó en el Grassbrock en 1854,

Alberto Schroeder en el Wandrahm en 1857, emparentado con los Minte de Puerto Varas.

Alberto Schliebner y su hermano Augusto, que los encontramos en Lebu, llegaron en el Alfred en 1856.

Al otro lado de la cordillera de Nahuelbuta, Nacimiento se presentaba como una plaza fuerte con gran actividad comercial fronteriza. Aquí encontramos nuevamente a:

Mauricio Gleisner, en el Alfred en 1852,

Jorge Hoffmann posiblemente en el Susanne en 1852,

Enrique Schönfeld, en el Wandrahm en 1857.

Los Ángeles, otra ciudad fronteriza de ese tiempo, muy atrasada, pero con gran actividad comercial. Aquí llegaron procedentes de Valdivia:

Luis Betz, que llegó en el Victoria en 1851,

Felipe Eisenberg, del Wandrahm en 1872,

Jorge Fritz, también del Wandrahm, pero de un viaje anterior en 1857,

Germán Hantelmann llegó en el Hermann en 1850,

Federico Horn, en el Rehierstieg en 1857,

Agustín Köhler en el Grassbrock en 1854,

Agustín Krämer, sus padres llegaron en el Catalina en 1846,

José Palme, en el Grassbrock en 1856,

David Schaufell en el Helvetien en 1854,

Juan Gaspar Schick, en el Middleton en 1850,

Jorge Stöber en el Henriette en 1853,

Federico Vyhmeister y su hijo Guillermo llegaron en el Wandrahm en 1857, a Puerto Varas, pero en 1867 se trasladaron a Los Ángeles.

Víctor von dem Busche, en el Iserbrook en 1860.

Es bastante extensa la lista de alemanes presentes en el territorio fronterizo de ese período de migración, procedentes de la fracasada colonización de Valdivia.

Reitero que la escasa o nula disponibilidad de tierras para asentar a los colonos alemanes, los obligó a los menos, a regresar a Europa, y a no pocos, a buscar mejores oportunidades en otras partes del país, siendo principalmente las zonas de Concepción, Arauco y Bio Bio, las más generosas en recibirlos.

En este período quiero destacar como personaje icónico, a don Mauricio Gleisner, quien como vimos anteriormente, llegó a Valdivia en 1852, y no a Valparaíso como aparece en algunos artículos de prensa, y aprendió el oficio de curtidor en una curtiembre de Talcahuano.


Luego que su patrón falleció, aprovechando sus habilidades y la escasa indemnización que recibió por el cierre de la empresa, se traslada a Nacimiento, en donde estableció una curtiembre y una tienda de mercaderías, y posteriormente una fábrica de jabones, aprovechando el empuje comercial de la zona fronteriza, negocio con el que amasó una importante fortuna que le permitió en 1872 asociarse con Wolrad Schumacher para crear la firma Gleisner y compañía fijando su domicilio posteriormente en Concepción, con una de las casas comerciales más importantes de Chile, en donde se podía encontrar desde agujas, hasta motores a vapor y máquinas trilladoras.


El edificio de esta casa comercial en el centro de Concepción quedó muy dañado después del terremoto de 1939 y luego sufrió un incendio que obligó a su demolición.


Don Mauricio falleció en 1899 en Alemania, dejando un gran legado al desarrollo regional en la zona de Concepción, Arauco y Bio Bio.


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