14 de enero de 2023

Mi familia materna. Parte I

1.- Introducción. 

Mi interés por investigar los orígenes ancestrales de la familia de mi madre, Doña Irma Mariana Bravo Espinoza, surge bastante más tarde que el inicio de mi trabajo sobre mis ancestros Neumann, Kröll y Schulz. En 1990, erróneamente pensaba que averiguar antecedentes más allá de mis bisabuelos, sería una tarea titánica al no estar en condiciones de acceder a información genealógica en Chile (¿?) y porque en el común de las familias chilenas, debido al poco interés que yo creía que había sobre el tema, la memoria genealógica se pierde pocas generaciones hacia atrás. Es así como mantuve en “abandono” a mis ancestros maternos, más allá de mis bisabuelos. Esto fue así hasta que bien avanzado el trabajo de mis ancestros inmigrantes, mi querida madre me reclamó (con justificada razón) que también debía conocer los antecedentes de su familia.

Centré mi atención en los datos inmediatos, es decir, la información de mis abuelos, sus hermanos y lo más que pude averiguar de mis bisabuelos. De esa manera fueron apareciendo los apellidos Bravo, Lazcano, Palavicino, del Pino, Espinoza, Freire, Navarro y González y me di cuenta de mi error al ir encontrando abundante información, ya sea en la tradición familiar, como en documentos y archivos.

2.- La familia Bravo Lazcano. 

Los lugares de origen juegan un papel importante en la investigación genealógica. Es así como la tradición familiar y los documentos me llevaron a descubrir a mis ancestros en ciudades como San Carlos, en la provincia de Ñuble, Nueva Imperial, en la provincia de Cautín, y Cañete en la provincia de Arauco, por lo que antes de exponer la relación familiar de mi abuelo materno, presento una pequeña relación histórica de la ciudad de San Carlos, ya que congrega a cuatro de las familias base de mis ancestros: Bravo, Lazcano, Palavicino y Del Pino.

2.1.- La ciudad de San Carlos Ñuble.

San Carlos es una comuna ubicada en la Provincia de Ñuble en Chile. Esta ciudad, de pujante actividad comercial, se encuentra en el corazón de la agricultura chilena, a 379 km al sur de Santiago, 133 km al noreste de Concepción, y a 25 km al norte de Chillán. Esta comuna se sitúa en una planicie aluvial entre los ríos Ñuble y Perquilauquén y cubre un área de 874 km². Posee un clima mediterráneo moderado, de veranos calurosos y secos con temperaturas que superan los 34°C en los meses de Diciembre, Enero y Febrero.


Antes de la llegada de los conquistadores españoles a Chile con la expedición de Diego de Almagro, la zona geográfica donde hoy está emplazada la ciudad de San Carlos, estaba habitada por indígenas de la etnia mapuche denominados "de Itihue", que constituían una población bastante numerosa. En 1536 Almagro había enviado una avanzada al Sur, al mando del capitán Gómez de Alvarado y Contreras, con la misión de explorar el país hasta el estrecho de Magallanes en busca de oro y riquezas. Este expedicionario realizó el viaje saqueando las comunidades aborígenes que encontró en su camino, raptando a las indígenas jóvenes para venderlas y así costear sus gastos para el regreso. Sin embargo, ocurrió que en el transcurso de su viaje no encontró ninguna de las mencionadas riquezas que esperaba, por lo que los aborígenes, para salvarse de los abusos de los españoles, indicaron que más al sur habían muchos tesoros y numerosas bellezas nativas.

En su avance Alvarado no logró encontrar mayor resistencia entre los pueblos indígenas, ya que contaba con cien jinetes, cien infantes y cinco mil auxiliares o yanaconas. Su incursión alcanzó hasta la confluencia del río Ñuble con el Itata, donde fue interceptado por las numerosas y organizadas fuerzas mapuches al mando del cacique Michimalonco con más de treinta mil guerreros, en la denominada “Batalla de Reino Huelén”. Según Pedro Mariño de Lobera en su obra “Crónica del Reyno de Chile”, los mapuches realizaron varios y repetidos ataques, que fueron rechazados exitosamente por los españoles, debido principalmente a la sorpresa y desorientación producida por los caballos, las armas de acero y las armaduras de los conquistadores, elementos que les eran desconocidos a los guerreros indígenas. Indica que en esta expedición los naturales le presentaron tan feroz batalla, que los españoles obtuvieron la victoria solamente por el favor del cielo. Las fuerzas de Michimalonco se retiraron dejando en el campo muchos muertos y algunos prisioneros.

Convencido de la pobreza de la tierra, desalentado de continuar ante la ferocidad de los mapuches y ante las súplicas de sus soldados que le exigían el retorno, Gómez de Alvarado escribió a Almagro informándole lo sucedido, regresando poco tiempo después. Este combate influyó significativamente en el resto de la tropa y motivó en parte que ese mismo año la expedición completa se retirara del país, retornando hacia el Perú.


Tiempo después, a la llegada de Pedro de Valdivia, el territorio de los indígenas de Itihue fue un refugio perfecto para las numerosas tribus, que con sus escaramuzas hicieron fácil presa de los primeros aventureros que se instalaron en esa zona, debido a que estaba formado por montes de abundante vegetación.

A inicios del siglo XVIII, Itihue aún era un poblado de naturales y al igual que otras zonas pobladas por aborígenes, solamente existían agrupaciones de aldeas que carecían de toda cohesión geográfica, social y política. A pesar de ello, para los españoles fue bastante difícil establecerse en este lugar y no fue sino hasta mediados de 1750, cuando se empieza a poblar el sitio ocupado por los Itihues y otros lugares aledaños, como Verquicó, Monte Blanco, las orillas del río Perquilauquén, llegando inclusive a formarse un villorrio, que debió ser abandonado por la gran sublevación Pehuenche de 1769.

La rápida disminución de la población aborigen que siguió a esos años, presumiblemente se debió a una emigración hacia sectores más protegidos y alejados de los asentamientos españoles, sin embargo, no todos los indígenas abandonaron la zona, puesto que décadas después de la fundación de la Villa de San Carlos, aún quedaban algunos caciques al mando de grandes y respetables familias, como las de Juan Reiman.

Las congregaciones religiosas como la de los jesuitas tuvieron por misión evangelizar y elevar el nivel cultural de la población nativa, siendo preocupación de los gobernadores que apenas se fundaba una ciudad, se levantaba una Iglesia, con la construcción de la Parroquia de San Carlos de Perquilauquén. Este curato se extendía entre los ríos Longaví y Ñuble y pertenecía al Corregimiento de Chillán y afortunadamente para esta investigación genealógica, me llevé la gran sorpresa de que conserva registros parroquiales muy antiguos, como por ejemplo, los matrimonios de 1694; defunciones desde 1695 y bautismos desde 1719. Por supuesto, mucha documentación está perdida para siempre, pero la que está actualmente, me permitió explorar el maravilloso mundo de los ancestros y sus particulares vidas.

Ya en 1765, se determinó la necesidad de construir un nuevo templo parroquial, debido a las malas condiciones en que se encontraba la capilla San Antonio de Padua de Perquilauquén. Don Joseph de la Cerda, ofreció al párroco, don Ventura de la Vega, una donación de doce cuadras de sitio en su estancia de Cape, donde perfectamente se podía construir la parroquia y la casa parroquial, además de manifestarle que era un lugar más ventajoso, pues podrían concurrir con mayor facilidad los feligreses de todos los sectores. Fray Pedro Espiñeyra del obispado de Concepción, solicitó materiales de construcción e hizo resaltar en sus cartas, que todos los feligreses estaban dispuestos a colaborar. También manifestó al obispado la necesidad de más ministros eclesiásticos que administraran los sacramentos y dieran instrucción cristiana a la población española y nativa. Finalmente la nueva parroquia fue construida en la localidad de Verquicó y entre los años 1780 y 1815 realizó la labor de evangelizar, registrar los nacimientos, matrimonios, defunciones y organizar las familias.

Años más tarde, el párroco de Verquicó don Juan Bernardo Ortiz, instó a sus feligreses para solicitar al entonces Gobernador de Chile, don Ambrosio O'Higgins la creación de una villa alrededor de la Iglesia Parroquial de la comunidad. La necesidad de fundar una villa radicaba fundamentalmente en el crecimiento poblacional y en la distancia que existía con los otros núcleos urbanos de importancia en esa época. Los pobladores del lugar pidieron la creación de una villa, en una carta fechada el 19 de Diciembre de 1788, contando con 41 firmas. Lo curioso es que estos mismos vecinos no se ponían de acuerdo en el lugar en donde se fundaría, ya que decidían de acuerdo a sus intereses particulares. Se propusieron diversos lugares como las orillas del río Perquilauquén; las riberas del Estero de Buli; los paredones de Ñiquén; La Isla, sitio ubicado entre los esteros de Buli y Agua Buena; los faldeos de las montañas de Los Andes; Chequehuán o Itihue.

En 1789, Juan Martínez de Rosas, asesor de la Intendencia de Concepción y futuro miembro de la Primera Junta Nacional de Gobierno, envió el informe a don Ambrosio O'Higgins, describiendo el territorio como "terreno llano, fértil y bueno para el trigo y toda clase de granos y plantas, y también para la cría de ganado." Posteriormente en la iglesia de Verquicó, se reunieron don Antonio Sanhueza, los capitanes Francisco Muñoz, Manuel Ortiz, Pablo de Guzmán y el coronel don Juan de Ojeda para estudiar los expedientes, acordando que el lugar más apropiado para tal objetivo eran las tierras de Itihue.

La Villa de San Carlos debió esperar la llegada de un nuevo siglo para verse formalmente constituida. El entonces Gobernador de Chile, el español nacido en Baena, Mariscal don Joaquín del Pino de Rozas y Negrete, pidió los antecedentes de la villa y firmó el decreto de fundación el 3 de julio de 1800, denominándola con el nombre de San Carlos de Itihue, en Homenaje al Rey Carlos IV. Con esta acción se atestiguaba la fidelidad del Reino hacia el Monarca español y para fomentar el progreso de la Villa, el Consejo Real decretó para San Carlos el título de nobleza que sería concedido a aquellos pobladores distinguidos con bellas cualidades de sangre, cristiandad, buenas costumbres, armonía en el trato con los vecinos, etc.

El 24 de noviembre de 1801 el coronel don Juan de Ojeda realizó el primer trazado de la villa, que se caracteriza por tener la forma del típico damero español, dando un total de 120 sitios o solares, distribuidos en poco más de 36 manzanas, documento que se conserva en el Archivo Nacional.


A esta villa le tocó nacer a la vida en los tiempos en que terminaba la época colonial y empezaba la azarosa época de las luchas por la Independencia, por lo que San Carlos de Itihue en sus comienzos, debió llevar una vida bastante precaria y llena de zozobras. Por lo mismo, no jugó un papel de mayor importancia en los acontecimientos, contentándose solo con ver pasar junto a ella el ir y venir de los ejércitos realistas y patriotas.

Pero el 15 de Mayo de 1813 la situación cambió, ya que se libró un poco al sur de la ciudad, en el lugar denominado "Ablemos", el denominado "Combate de San Carlos". Las fuerzas españolas estaban comandadas por Antonio Pareja, que por encontrarse enfermo, delegó  el mando al capitán Juan Francisco Sánchez, y las fuerzas patriotas eran dirigidas por el general José Miguel Carrera, resultando en la huida de los realistas hacia Chillán.

En la campaña del año 1817, el General Ramón Freire a la cabeza de una expedición de Santiago al Sur, aparece ocupando sin mayor dificultad, las plazas de Parral, San Carlos y Chillán, en las que instaló, por supuesto, autoridades afines a la causa patriota.


En las campañas contra las guerrillas realistas de los hermanos Pincheira posteriores a 1818, San Carlos jugó un papel más importante y tuvo mayor actuación. En efecto, en el mes de Octubre de 1820 las fuerzas nacionales disminuidas por la deserción y mandadas por los comandantes Viel y Arriagada, se retiraron a Parral. Las montoneras que se habían refugiado en San Fabián de Alico, aprovecharon esta ocasión para atacar San Carlos. Anteriormente en Enero la ciudad había soportado un feroz asalto, pero en ambos la población fue fácilmente ocupada y saqueada, dando muerte a varias personas y prendiendo fuego a la ciudad. Cuando el comandante Pedro Ramón Arriagada recuperó San Carlos al mando de 150 soldados, las montoneras habían huido impunemente hacia las montañas. Posteriormente, en Noviembre del mismo año, San Carlos sufrió un tercer asalto de parte de las montoneras de los Pincheira, por lo que las fuerzas nacionales al mando del comandante Arriagada, las atacaron sorpresivamente y le dieron una tremenda batida, que prácticamente las exterminaron. Luego de eso, San Carlos volvió a su existencia tranquila y sin ruido de villa provinciana.

Hay que considerar que en el ambiente de la población rural de la zona, las ideas de emancipación de la corona española, no tenían muchos adeptos. La gran mayoría de los campesinos habitantes de San Carlos vivía tranquilamente su existencia, alejada del bullicio y los vicios de las ciudades, manteniendo sus tradiciones, religiosidad y lealtad hacia sus autoridades. Absolutamente lejos del ideal de esos "pijecillos santiaguinos" que venían a adoctrinar con esas raras ideas de "igualdad, fraternidad y libertad", que nunca necesitaron.

No es para nada de raro que esa apatía campesina fuera interpretada por los generales patriotas, como un apoyo a la causa realista, generando sobre la población local, brutales represiones y abusos, que significaron finalmente, un rechazo hacia los libertadores y un apoyo a los últimos defensores de sus ideas tradicionales, como lo fueron Pincheira y Benavides.

Siguiendo con la historia, al redactarse más tarde la Constitución de 1833, quedó establecido que a partir de entonces San Carlos pasaría a formar parte de la nueva provincia del Maule.

El terremoto del 20 de febrero de 1835 sacó a la Villa de su existir apacible. Fueron muchos los daños que ese tremendo sismo causó en la población que habitaba entre el Maule y el Bio Bio. La mayoría de casas se desplomaron y fallecieron muchas personas, pero San Carlos se rehízo y empezó a vivir confiadamente en espera de mejores tiempos.

En 1848 bajo el gobierno de Manuel Bulnes, se crea la provincia de Ñuble con los Departamentos de Chillán y de San Carlos.

San Carlos tuvo una importante participación en las Revoluciones de 1851 y 1859, especialmente en esta última, donde se destacó el General José Vicente Venegas, quien posteriormente fuera Gobernador de San Carlos en los años 1867 como interino y como titular entre los años 1868 y 1870.

En noviembre de 1874, llegó el primer tren a San Carlos y la primera estación se ubicó al final de la Alameda. La actual fue inaugurada el 15 de Julio de 1949, frente al barrio cívico y la Plaza Lucio Concha Molina.

También tuvo una participación relevante en la Guerra del Pacífico, de hecho, el Gobernador de esa época, don Baldomero Silva Sepúlveda fue quien debió organizar y seleccionar a los hombres que irían al frente de batalla en el Norte. Fueron enrolados más de 200 hombres, pero como era de esperarse solo algunos regresaron. Los restos de estos valientes sancarlinos descansan hoy en un Mausoleo que la comunidad les erigió en el Cementerio local, en memoria y en agradecimiento a la valentía y coraje que tuvieron para defender a su patria. Destaca la figura del General Sofanor Parra Hermosilla, quien estuvo al frente en las batallas de Huamachuco, Chorrillos y Miraflores, entre otras, convirtiéndose por su valor e inteligencia en una de las máximas figuras del ejército chileno. 


Esta no fue la única forma de participación de la ciudad de San Carlos en el conflicto. Fue de gran importancia el aporte de la zona en el abastecimiento de harina de trigo para los ejércitos, llegando incluso a escasear este alimento en la ciudad ya que la prioridad eran los combatientes del Norte. Uno de los molinos abastecedores de este vital alimento todavía permanece en pie y es un verdadero Monumento Nacional, ya que fue construido en la década 1860, siendo su primer dueño fue el canadiense Enrique Price. Más tarde pasó a manos de Carlos Álvarez Condarco y actualmente pertenece a la Sociedad de la familia Vivero y está ubicado en las esquinas de las calles Diego Portales y El Roble. Su estructura de tres pisos es prácticamente igual a la original y ha tenido muy pocos cambios a través del tiempo.

En 1888, durante el gobierno del Presidente José Manuel Balmaceda, se creó la primera escuela pública fiscal de hombres de San Carlos. Escuela que aún presta servicios a la enseñanza y que hoy lleva el nombre de Escuela D-99, Diego Portales Palazuelos. Más tarde se creó la escuela superior femenina que posteriormente se denominó escuela Nº 2 y que hoy en un moderno edificio lleva el nombre de Escuela E-140 General Sofanor Parra Hermosilla.

El 22 de diciembre de 1891 se promulgó la Ley de Comuna Autónoma y desde esa fecha San Carlos pasó a catalogarse como tal.

Como las comunicaciones entre los habitantes del mundo rural y urbano eran muy necesarias para el intercambio y fortalecimiento de sus actividades, especialmente las referentes a la agricultura, a fines del siglo XIX aparecen las primeras empresas de transporte con servicio de movilización interprovincial de coches tirados por caballos.

El aspecto de la ciudad a comienzos de siglo XX no escapaba al común provinciano de la época, caracterizándose por sus altas casas de adobe que ensombrecían las estrechas calles empedradas. La vida transcurría sin mayores sobresaltos y seguramente esta tranquilidad solo se veía interrumpida por el chirrido provocado por el "carrito urbano", al pasar sobre su tendido de rieles. Este original medio de transporte era tirado por caballos, atravesaba toda la ciudad llevando y trayendo pasajeros de la estación de ferrocarriles. Los edificios circundantes a la plaza eran viejas casonas con corredores, murallas de adobe y techos de tejas, lugares estos donde transcurría la vida social, con la fisonomía propia de esos tiempos, con calma y sin ajetreos. Sin embargo, con el paso de los años esta ciudad aún semi colonial, fue cambiando su rostro gracias a la llegada de extranjeros, principalmente árabes y españoles, quienes con el tiempo fueron dejando su contribución, esencialmente en la actividad comercial.


A mediados de la década del treinta aparecen las primeras "Góndolas" o buses, con tres salidas diarias a Chillán y servicios a San Gregorio, Cachapoal y otros lugares cercanos a San Carlos, dándole a ciudad un comercio muy floreciente. El auge y el progreso permitió el arribo de nuevos extranjeros, contribuyendo al adelanto y desarrollo del comercio local. El primer banco financiero que se hizo presente fue el Banco de Talca, el cual comenzó a funcionar en Marzo de 1906. Más tarde aparece la Caja Nacional de Ahorros, cuya actividad fue continuada por el Banco del Estado de Chile.

El templo Parroquial fue destruido por el terremoto de 1939 que afectó gravemente a la región central del país. Se construyó una Capilla provisoria de madera en las afueras de la ciudad. El 19 de noviembre de 1944 se puso la Primera Piedra del actual templo, el cual fue inaugurado el 25 de diciembre de 1948 por el Obispo Jorge Larraín Cotapos.


San Carlos es también el pueblo natal de varios artistas y personajes famosos tales como el pintor Hernán Gazmuri; autores y cantantes como Los Ángeles Negros, y la folklorista, Violeta Parra, cuya casa se encuentra localizada en calle El Roble 535-531, lugar que fue declarado Monumento Nacional según Decreto Ley No. 668 del 29 de septiembre de 1992.

Entre los atractivos de la ciudad se cuenta con la Medialuna de San Carlos que es un recinto deportivo para la práctica del rodeo chileno. Esta medialuna tiene una capacidad para 8.000 personas y es la segunda más grande de Chile, siendo superada sólo por la Medialuna de Rancagua.

Además a comienzo de cada año se realizan diversas fiestas locales, en los diferentes poblados de las zonas rurales aledañas, como es el caso de la semana de Agua Buena, que consisten en bailes, conciertos, partidos de fútbol, elección de reina, entre otras actividades.

2.2.- La familia Bravo.

El tema de buscar los orígenes ancestrales siempre nos va a llevar al inevitable error de creer que todos los que llevamos un mismo apellido, estamos emparentados. Nada más lejos de la verdad. Aún así, cada cierto tiempo aparecen los vendedores de supercherías, con maravillosos "escudos del apellido", y por supuesto, el nuestro no escapa a ello.

Lo cierto es que este apellido tiene orígenes en distintas áreas geográficas de España, sin tener que estar necesariamente emparentados. Durante la Edad Media, al surgir los apellidos como distintivo de familia, fueron muchas las ocupaciones, oficios, ciudades de origen e incluso actitudes que generaron un apodo que posteriormente se transformó en apellido. Sin lugar a dudas, debió haber muchos guerreros distinguidos por su valor y arrojo en batallas o incursiones, que merecieron el nombre de “bravos”, sobrenombre que con el tiempo se transformó en apellido, descartando de lleno un mismo origen común.

En Chile se suele indicar a dos principales familias fundadoras del apellido: los Bravo de Naveda y los Bravo de Villalba, pero en la práctica, se trata de dos ramas de la misma familia, en donde la primera heredó el apellido de la segunda. Otra de familias mencionadas es la de los Bravo de Saravia, originarios de Soria y cuyo descendiente, don Melchor Bravo de Saravia y Sotomayor, fue Gobernador de Chile entre 1568 y 1575. Su descendencia está radicada principalmente en Santiago.

Los Bravo de Villalba son originarios España, de la ciudad de Villanueva de La Serena, provincia de Badajoz, en Extremadura. El linaje se inicia con el matrimonio de Miguel de Villalba e Isabel Rodríguez Bravo de Villalba, ambos originarios de la ciudad de Villalba del Alcor en la actual provincia de Huelva. Su hijo, Alonso Bravo de Villalba fue alcalde de Villanueva de La Serena y de su matrimonio con Teresa González de Peñafiel nacieron tres hijos, uno de los cuales, Hernando Bravo de Villalba, fue corregidor de Valdivia, donde murió a manos de los huilliches que capturaron y destruyeron la ciudad en el gran alzamiento de 1599.


De los ocho hijos registrados en el matrimonio con Leonor Ortiz de Gaete, cuñada de Pedro de Valdivia, destaca Teresa Bravo de Villalba, quien se casó en Valdivia con don Mauricio de Naveda y Vásquez, siendo esta pareja la fundadora de la familia Bravo de Naveda, que se estableció principalmente en Colchagua.


Fernando Bravo de Villalba y Ortiz, hermano de Teresa, nació en Chile en 1563. Fue encomendero en Valdivia hasta 1599, pero debió migrar a la zona del Maule luego del alzamiento en que perdió la vida su padre y de haber sido prisionero de los indígenas. De su matrimonio con Beatriz Arredondo, nacieron tres hijos; dos de ellos, Fernando y Diego se establecieron en la zona de Curicó, y Juan lo hizo en la zona de Chillán.

Juan se casó con Apolonia de Latorre y de sus cuatro hijos, dos de ellos, Alonso y Juan, se avecindaron en la hacienda de Huechuquito, en Perquilauquén. Alonso perdió su heredad, que pasó a manos de John Evans, fundador de la familia Ibañez, quedando la descendencia de Juan Bravo de Villalba y Latorre, como la principal representante de la familia Bravo en la zona aledaña a San Carlos y siendo cabeza de la rama de las familias Bravo Opazo de Cauquenes y los Bravo Letelier de Chillán.

En la zona de San Carlos Ñuble, la familia Bravo es una de las más antiguas y arraigadas, apareciendo en los registros de la parroquia de San Carlos de Perquilauquén con el matrimonio de don Alfonso Bravo y de Josepha de la Fuente, el 20 de Noviembre de 1703. Se indica a Alfonso como hijo de Diego Bravo, pero no se registra a su madre.

Existe también el apellido Bravo adoptado por naturales de la zona de San Carlos, estando registrado un Alonso Bravo, fallecido en 1695 y anotado como de origen mapuche. Pudo tratarse de un mestizo, hijo natural de algún Bravo de la zona de Perquilauquén, o de un indígena que adoptó el apellido al bautizarse.

La línea genealógica de mi familia materna, comienza, por supuesto, con mi madre, Irma Bravo Espinoza, nacida en Collipulli, provincia de Malleco, en 1945. Hija de Rómulo Alberto Bravo Lazcano, nacido el 11 de abril de 1911en el sector rural de Cuadrapangue, al Sur de San Carlos. Alberto se había casado en Carahue, provincia de Cautín con mi abuela, Dina Estela Espinoza Freire, pero anteriormente había enviudado de Violeta Rodríguez Pizarro, de quien dejó un solo hijo con descendencia en Santiago. Alberto se desempeñó como funcionario público, en servicio de agua potable, cargo en el que lideró la administración en la ciudad de Collipulli, en donde finalmente falleció el 14 de julio de 1971.

El padre de mi abuelo Alberto, Rómulo Alberto Bravo Palavicino, nació en San Carlos el 12 de febrero de 1886 y se había casado con su prima en segundo grado por vía materna, Palmenia del Carmen Lazcano del Pino en 1910. Tenía un nombre bastante romano, para ser descendiente de españoles, pero eso se debía a que su madre, María Clotilde Palavicino tenía bastante arraigada la cultura italiana, a pesar de existir registros de esa familia en Chile, desde antes de 1795. Clotilde era casada con José Desiderio Bravo Briones, mi tatarabuelo, nacido 1862, y de él descienden varias líneas de familias Bravo que a la fecha sigo trabajando como investigación genealógica. 


Era hijo de Pedro José Bravo Bravo y Rosalía Briones Anabalón, cuyo matrimonio figura registrado el 1 de Febrero de 1839, indicando una consanguinidad que indicaba que los novios también eran primos en segundo grado por vía materna.


Pedro José Bravo Bravo era hijo de Manuel Bravo Ramírez, nacido en 1786, y de María Mercedes Bravo Guerrero, hija natural de Pedro Bravo Guerrero y de Rosa Guerrero y Ayala. También eran primos en segundo grado. 


Manuel, por su parte, era hijo de Próspero Bravo Sepúlveda y de Petrona Ramírez Lagos, y Próspero, a su vez, era hijo de Inocencio Bravo Cisternas y de Pascuala Sepúlveda Castro.



Inocencio Bravo Cisternas Era hijo de Domingo Bravo y de María Josepha Cisternas. En los registros parroquiales de San Carlos, aparecen bautizando a uno de sus hijos, Juan Agustín, el 4 de febrero de 1739, indicando que son naturales de la doctrina de Ninhue. Al no haber registros de ellos en fechas anteriores, se puede deducir que la familia se había trasladado desde el valle del Itata, hacia la localidad de Verquicó, dependiente de la parroquia de San Carlos.


Hasta la fecha, no he podido llegar más atrás de este Domingo Bravo, ni tampoco vincularlo a los Bravo de Villalba o Bravo de Naveda. Los registros parroquiales no dan más pistas al respecto y mucha documentación está definitivamente perdida.

Existe el matrimonio de un Domingo Bravo con Magdalena Castro Cartes, fechado el 1 de mayo de 1760, en donde se indica que es hijo natural de Martín Bravo y de Francisca Rivas. No puedo asegurar que se trate del mismo casado con Josepha Cisternas, ya que para la misma época existió otro Domingo Bravo, casado con Josepha Poblete, y que registran bautizos de sus hijos entre 1734 y 1745, al mismo tiempo que Domingo y Josepha Cisternas. Con esa homonimia y el mismo nombre de las esposas, es fácil confundirse.

El antecedente que me hace creer que mi ancestro Domingo es hijo de Martín, es el matrimonio con Magdalena Castro, ya que ella tuvo como hija natural a Pascuala Sepúlveda Castro, mencionada anteriormente como esposa de Inocencio, hijo de Domingo Bravo. Es probable que al enviudar Domingo, se haya casado más tarde con la suegra de su hijo, al ser madre soltera, para acogerla en el clan familiar.


Otro argumento que me refuerza esta teoría, es que en 1778, Magdalena, estando ya viuda de Domingo, se casa con Manuel Ramírez Sepúlveda, quien había tenido descendencia natural en María Tomasa Lagos, siendo padres de Petrona Ramírez Lagos, también mencionada anteriormente como esposa de Próspero Bravo Sepúlveda, nieto de Domingo. Estas relaciones familiares hacen pensar que existió un fuerte resguardo del espíritu de clan, que es bastante característico hasta el día de hoy. 



2.3.- Descendencia de Martín Bravo.


Asumiendo que Martín es el padre de Domingo Bravo Rivas, mientras no se pruebe documentalmente lo contrario, podemos encontrar la descendencia de la familia Bravo de San Carlos, provincia de Ñuble, en el siguiente link: Descendencia de Martín Bravo.

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