17 de enero de 2023

Mi familia materna. Parte IV

 3.2.- La familia Freire.

El apellido Freire lo podemos encontrar bastante temprano en Chile. Son bien conocidos los Freire de Andrade de la zona de Concepción, y los Freire Serrano, ancestros de nuestro héroe de la Independencia, Ramón Freire. Ambas familias han sido bastante estudiadas y si bien se puede argumentar que, además de otras anteriores, provenían de la misma zona de Galicia, no podemos afirmar que puedan tener orígenes comunes.


Ya vimos en el capítulo referido a los Espinoza, que mi bisabuela Mercedes Freire no nació con ese apellido, sino que era hija natural de Juan Esteban Freire y de Honoria Navarro. Fue bautizada en Cañete el 23 de noviembre de 1879, con 3 años de edad. También sabemos que con apenas 17 años de edad, fue madre de Lastenia, luego a los 19, de Eduardo, ambos, hijos de Luis Iglesias Carrasco, quien no se hizo cargo de su paternidad, dejando a la joven Mercedes como madre soltera. Esta situación se resolvió con su matrimonio con Tomás Espinoza, quien acogió a los niños como propios.

De Honoria Navarro, su madre, podemos decir que era hija de Casimiro Navarro, nacido en Penco en 1832 y fallecido en Nueva Imperial el 1903, y de Juana Nepomucena Silva Sepúlveda, casados en Cañete en 1855. Honoria fue bautizada en Arauco, el 12 de abril de 1857 y además, tuvo a otra hija natural, llamada Herminia, bautizada en Lumaco el 21 de abril de 1889. No es difícil imaginar que su paso por Lumaco se debió posiblemente a su relación con Juan Esteban Freire, cuya familia desarrolló sus actividades entre Lebu, Arauco, Cañete, Quidico, Lumaco y Traiguén. No sabemos si Juan Esteban también haya sido el padre de Herminia, pero es una posibilidad.

No hay registros del bautizo de Juan Esteban Freire, pero sí sabemos que se casó en Cañete con María Toribia Monsalbe el 18 de diciembre de 1881, con quien tuvo al menos 5 hijos. Sus actividades las realizó en el fundo Pellahuén, ubicado entre Lumaco y Quidico, localidad en donde fallecería el 17 de enero de 1892. Es posible que Juan Esteban haya reconocido a su hija Mercedes antes de fallecer y por eso mi abuela decía que la inscribieron a los 16 años. No he encontrado la documentación, pero las fechas coinciden.

Los padres de Juan Esteban fueron José Esteban Freire y Dominga Jeréz y eso fue lo único que supe por años referente a ellos, hasta que me enteré del conflicto del fundo Pellahuén, en donde José Esteban estuvo involucrado. Este tema da para un artículo en sí mismo, pero trataremos de resumirlo lo más cronológicamente posible. Las fuentes referidas a este problema son principalmente las transcripciones de las sesiones del Congreso Nacional y la Memoria del director de la Oficina de Mensura de Tierras

José Esteban era natural de Arauco, nacido alrededor de 1827, y había participado en la Revolución de 1851, encabezada por el general José María de la Cruz. Posiblemente haya estado bajo las órdenes directas de Gervasio Alarcón Godoy, quien antes había apoyado la causa realista en las guerras de la Independencia. Una vez derrotados en la batalla de Loncomilla, muchos soldados y oficiales crucistas fueron perseguidos y no es extraño que José Esteban haya sido uno de ellos.


En 1889, en Cañete, José Esteban Freire vendió a Gervasio Alarcón Robles, hijo de Gervasio Alarcón Godoy, el fundo Pellahuén, de unas 20 ó 30 mil hectáreas, con delimitaciones muy poco claras. El precio de la transacción fue de 15 mil pesos de la época. Freire declaró que esas tierras se las había comprado a un cacique mapuche, con quien había hecho amistad mientras estuvo oculto de la persecución a los crucistas. La inscripción de esta propiedad se realizó más tarde en 1892, también en Cañete, iniciando uno de los escándalos de tierras más grandes de nuestra historia.

No hay ningún respaldo que indique que Juan Esteban Freire haya comprado el fundo Pellahuén, antes de 1889. Para ese año, por ley, estaban prohibidas todas las compras en inscripciones de terrenos a indígenas, por lo que de partida, esa venta era inválida. El otro problema fue que los límites del fundo abarcaban una superficie sumamente grande, que incluía también a la provincia de Malleco. El caso es que Alarcón era intendente de Malleco y pretendía enajenar una gran superficie para venderla a colonos nacionales y extranjeros.

También hay que considerar que en ese territorio, ya existían comunidades mapuches con sus títulos de merced y varias familias chilenas que ocuparon tierras consideradas fiscales, incluidas dentro del fundo Pellahuén. Alarcón puso en garantía este fundo en el Banco Garantizador de Valores, con la finalidad de revender lotes a inversionistas, pero se encontró con la oposición de los ocupantes, tanto chilenos como mapuches, por lo que la venta de esas parcelas no logró concretarse, a pesar de los intentos de desalojo, apoyándose en su autoridad como intendente, y la de su hermano Matías Alarcón, que era gobernador de Imperial.

Como no se pudieron concretar las ventas de parcelas, el banco embargó el fundo, al mismo tiempo que lo hacía José Esteban Freire por no pago de la compra realizada en 1889. Este escándalo llegó al Congreso, con demandas, contrademandas, desalojos, sentencias, apelaciones y todo el aparataje jurídico que salpicó a la política de ese entonces (nada nuevo hay bajo el Sol...), y recién en 1926 se logró resolver el problema, reconociendo propiedades a los colonos ocupantes antiguos, a las comunidades mapuches y a los descendientes de José Esteban Freire.


Sin saber toda esta historia, mi primer trabajo como Ingeniero Agrónomo fue precisamente en la localidad de Pichi Pellahuén, comuna de Lumaco, en donde tuve la oportunidad de recorrer casi todos los sectores de este fundo Pellahuén, y conocer a muchas familias descendientes de estos colonos, protagonistas de esta singular historia, que merece un artículo aparte. Las oficinas de la empresa para la que trabajaba, funcionaba en las antiguas dependencias del retén de Carabineros, construcción de madera, más o menos rústica, que había sido blanco de un ataque armado, de parte de los movimientos terroristas comunes de los 80 y 90. Como temporalmente ocupé una de las habitaciones para mi alojamiento, en las noches a veces se colaba el viento por los agujeros de los balazos que quedaron después de la reparación. En fin. Temas para otra historia. 

Volviendo a nuestro tema. José Estaban y Dominga fueron padres de María Manuela, Tomasa, María Margarita, Victorino, María Dalia, Juan Esteban (mi tatarabuelo), María Santos, Marcos, María Tita, Pedro María y Federico Freire Jeréz, nacidos entre 1840 y 1866, en Lebu, Arauco y Nacimiento. La mayoría de ellos dejó descendencia en Lumaco, Traiguén, Carahue, Nueva Imperial, Quidico y Tirúa, además de ser propietarios de parcelas en el mismo fundo Pellahuén. 

No tengo más antecedentes de Dominga Jeréz, pero se presume fallecida antes de 1875, cuando José Esteban contrae matrimonio en segundas nupcias con Rosario Binimelis, el 19 de octubre de 1875. En este documento aparece mencionado como José Esteban FREDES y se indica a sus padres, José Ignacio Fredes y Pastoriza Chamorro.


El registro de defunción de José Esteban está inscrito en Traiguén el 26 de febrero de 1892, indicando estar casado con Rosario Binimelis. En ese documento, se menciona a los padres de José Esteban como Juan Freire y Javiera Carrillo, pero claramente se trata de un error. Lo inscribió su hijo Victoriano y pudo haberse confundido con uno de sus dos tíos casados con Carrillo (Feliciano y Santiago). Se indicó que era domiciliado en Pellahuén, que murió "constipado" y que se sepultó en el cementerio fiscal de Traiguén. Por otro lado, anteriormente Rosario Binimelis era la madre de María Filomena Peña, quien era la esposa de Pedro María Freire Jeréz, hijo de José Esteban.


En este punto, se hace necesario aclarar que en los registros parroquiales de Arauco, Nacimiento y Cañete, podemos encontrar a los hijos de José Esteban como Freire, Freires, Freides, Freres, Fredes, Frees, Fres... El hecho es que podríamos indicar perfectamente, por frecuencia de escrituras, que el apellido es Fredes, aunque no podemos estar seguros de si el apellido original era Freire y se deformó a Fredes, o si el apellido es Fredes y algunos de sus descendientes se pusieron el apellido Freire, para parecer de más estatus. Por ejemplo, Tomasa Freire Jeréz, aparece bautizada como Freides. Victorino como Frees. María Dalia, como Freires. Todos los demás hijos de José Esteban, fueron anotados como Freire.

José Ignacio y Pastoriza Chamorro, fueron padres de Andrea, José Antonio, Feliciano, José Anastasio, José Esteban (mi ancestro), Santiago, María del Carmen, Nieves y Pablo Fredes Chamorro, nacidos entre los años 1813 y 1844, en la zona de Arauco. Solamente José Antonio, Feliciano, José Esteban y Santiago, aparecen en documentos con el apellido Freire, aunque descendientes de Santiago insisten en que el apellido es Fredes, con el argumento de que así está escrito en el documento parroquial. Es un buen argumento, pero creo que si los párrocos los anotaban indistintamente como Fredes o Freire, es porque hay algo más detrás de eso. Tema para seguir investigando.

José Ignacio aparece como hijo de Ignacio Freire (o Fredes) y de Candelaria Peña. No hay registro de más hermanos. Candelaria Peña, por su parte, aparece mencionada como madre de Juan Manuel Fredes Peña, también escrito como Freire en otros documentos. Este Juan Manuel indica en su matrimonio con Tomasa Contreras, que es hijo de Mateo Fredes, pero en su defunción anotaron que es hijo de Ignacio. Como no hay otra evidencia documental, se asume que Candelaria Peña tuvo dos esposos, Ignacio y Mateo Fredes, ignorando el tipo de parentesco que ambos pudieran tener.

Finalmente, no existe ninguna evidencia documental que acredite que esta familia esté emparentada con Ramón Freire, ya que su padre, el capitán de caballería Francisco Antonio Freire y Paz, oriundo de Galicia, se casó en 1782 con la santiaguina Gertrudis Serrano y la fecha estimada de Ignacio Freire (o Fredes) es 1765, que es bastante anterior. Tampoco concuerda mucho con Diego Freire de Andrade, corregidor de Chillán en 1765 y de Yumbel en 1770, salvo que sea alguna línea ilegítima, que es bastante difícil de demostrar con la falta de documentos de la zona de Concepción y su área de influencia. Por lo pronto, no hay antecedentes que relacionen a esta familia Freire, con alguna de las dos más conocidas.

La descendencia de Ignacio Freire (o Fredes), la podemos encontrar en el siguiente link, incluyendo a los de Mateo.

Descendencia de Ignacio Freire.

Con esta entrega, terminamos por ahora esta serie de artículos que vincula a mis ancestros Bravo, Lazcano, Espinoza y Freire.

16 de enero de 2023

Mi familia materna. Parte III

 3.- La familia Espinoza Freire.

En esta oportunidad, quiero continuar el artículo haciendo un homenaje a mi abuela materna, Dina Espinoza Freire. La Nina. Ella fue la única de mis 4 abuelos que conocí y por lo mismo, fue una persona que significó muchísimo en mi formación como persona, y sobre todo, con mi vínculo con los ancestros. Profesora normalista, mujer sufrida, debido a un esposo temperamental, producto habitual de su época, no pocas veces abusivo, pudo criar a 3 de sus 4 hijos lo mejor que pudo.

Creo que nunca sabré con certeza su verdadero segundo nombre. La conocí como Dina Estela. Sus documentos de identificación confirman lo mismo. Sin embargo, en la libreta de familia de sus padres, está anotada como Dina Ester. Tiendo a pensar que fue víctima de los habituales errores de los oficiales del Registro Civil, que anotaban lo que escuchaban, siempre y cuando pusieran suficiente atención. Mis amigos genealogistas entenderán a qué me refiero. Recuerdo, sin embargo, una historia que me contó muy de niño, indicando que efectivamente, tuvo una hermana mayor llamada Dina Ester, pero que falleció al poco tiempo de nacer y que nunca la inscribieron como fallecida. Luego, nació ella, La llamaron Dina Estela, pero nunca la inscribieron, y ocupó el lugar de su hermana. Esa fue su versión. Documentalmente hablando, fue inscrita en el Registro Civil como Dina Ester y en su vida adulta fue conocida como Dina Estela. Genealógicamente hablando, consideraré el documento más antiguo y en mi base de datos la tengo anotada como Dina Ester. A todo esto, nunca se me ocurrió pedir copia del registro de bautismo de mi abuela en Nueva Imperial. Nueva tarea pendiente.

Casi todas mis vacaciones de invierno las pasé con mi abuela en Collipulli. También en el verano la visitábamos. Ella era constante visita en nuestra casa en Los Ángeles, en Paillihue, donde era costumbre salir a caminar con ella, pese a su cojera, secuela de una hemiplejia. Siempre contaba historias entretenidas y, como buena educadora, nos incentivaba a desarrollar nuestros talentos. Era habitual que cada vez que nos quedábamos con ella, nos compraba cuadernos de dibujo y lápices de colores, con los que entreteníamos las lluviosas tardes collipullenses, aunque lo más seguro es que lo hacía para mantenernos sosegados y no expresáramos nuestro espíritu inquieto. También eran frecuentes las visitas donde su amiga y vecina María Bustos, la tía Carmelita, o la familia Risso. Todos esos paseos estaban imbuidos de historia, cultura y tradición.

No tengo claridad del primer recuerdo que tengo de ella, pero sí estaba consciente de su existencia en 1974, con apenas 4 años de edad, cuando viajé con mis padres desde Los Ángeles a Nueva Imperial, para que mi mamá se despidiera de su abuela Mercedes, que estaba en sus últimos momentos. Tengo varias imágenes de ese viaje en el Fiat 600 azul de mi papá, como por ejemplo, en la cuesta Mininco, la vista de una explotación forestal que me llamó la atención, porque divisé un camión cargado con troncos entre los senderos de explotación, al que por años llamé "el cerro con caminos"; también recuerdo una larga hilera de árboles antes de llegar a Temuco, algunos de los cuales aún existen entre Pillanlelbún y Cajón; los eucaliptos y aromos a la salida de Temuco, rumbo a Nueva Imperial, hoy, prácticamente desaparecidos; la primera ruca mapuche que vi, en el sector de Rengalil, a la salida de Labranza, luego, el interior de la vieja casa en Nueva Imperial, en calle Balmaceda y, por supuesto, la imagen de mi bisabuela Mercedes. Recuerdo que estaba acostada en su cama y mi papá le regaló unas naranjas, que agradeció mucho, pero que no podría comer porque tenía diabetes. Luego, centré mi atención en una pequeña estufa a carbón que había cerca, para más tarde estar jugando con un barquito de plástico celeste, que me pasó Alicia, una prima de mi abuela, que cuidaba a mi bisabuela desde muchos años. Dejo esta constancia de esos recuerdos primigenios, antes que se borren definitivamente de mi mente.

Años después, a principios de los años 80, visité nuevamente esa casa, junto con mi abuela, conocí varios parientes y me embebí de historias familiares, como por ejemplo, la Nina contaba que mi bisabuela fue inscrita a los 15 ó 16 años de edad, que falleció de 102 años, que era pariente de Ramón Freire y lo que más me llamó la atención fue un cuadro de mi chozna (primera vez que escuchaba es término), una dama antigua en el interior de una casa, pero lamentablemente, nunca retuve el nombre de ella. Nunca sabré si se trataba de María Eugenia Bastías, Petrona Sanhueza, Dominga Jeréz o Juana Nepomucena Silva.

Mi abuela enviudó en 1971, pero siempre que debía viajar, iba al cementerio de Collipulli a pedirle permiso a mi abuelo. Siempre nos entregó su cariño y enseñanzas, y cuando mi mamá estuvo por años enferma, mi abuela suplió no pocas veces el rol de madre. Finalmente, falleció en el hospital de Collipulli el 29 de agosto de 1985. Recuerdo muy bien esa fecha. Venía saliendo de clases de alemán en el Goethe Institut, y afuera me esperaban mi papá y mi hermana Jenny. Cuando me acerqué a saludar, vi a mi hermana llorando y ahí supe que mi abuela, la Nina, se había ido. Sabía que estaba enferma, pero en mi inocencia de joven, siempre pensé que se recuperaría. Esta vez no fue así. Me embargó una enorme pena y un sentimiento de culpa, por no haberla ido a ver antes, para despedirme. Entonces, lloré con mucha congoja, pero me consolaron las palabras de mi amigo, el padre Ben Aleonar, natural de Filipinas, hoy en ejerciendo su labor evangelizadora en Canadá, quien era mi compañero en el curso de alemán, y con ello, pude encontrar la tranquilidad con que enfrenté el duelo de su pérdida.

Podría recordar muchas cosas más de ella, como por ejemplo, cada vez que llegaba de visita el tío Gustavo Neumann, hermano de mi papá, y la encontraba en casa, ella le decía: "Llegué recién hoy en la mañana, no más...", en alusión a uno de los "particulares" dichos de mi tío, que decía: "Las visitas son como el pescado. A los 3 días se ponen hediondos..." (¿?). Pero eso es alargar demasiado el texto con temas más bien personales.

La Nina y su hermano Eduardo, fueron los únicos de los Espinoza Freire que tuvieron descendencia. Siempre hablaba de su hermana Lastenia, y de Guillermo, que tenía los ojos azules y que había muerto muy joven. También, de su hermano menor, Humberto, que falleció de 27 años. Mi abuela vivió toda su niñez y juventud en Nueva Imperial, estudió en la Escuela Normal, no sé si de Temuco, Victoria o de Angol, en donde se recibió de profesora, su primer trabajo como tal, parece ser que fue en Ancud, luego, se trasladó a Carahue, en donde conoció a mi abuelo Alberto Bravo, joven viudo, empleado del agua potable, con quien se casó en esa misma ciudad, para luego, trasladarse a Collipulli, en donde nacieron sus hijos, Nelson Iván, Irma Mariana (mi mamá), Rómulo Alberto (su hermano mellizo) y Jorge Eduardo, que falleció de 3 días.

A propósito de mellizos. Aunque no exista necesariamente una completa explicación biológica, tengo registrada la presencia de mellizos por 4 generaciones sucesivas, partiendo por mis hijos, Arturo y Claudio Neumann Concha, nacidos en 2005; mis hermanas, Vicky y Jenny Neumann Bravo, nacidas en 1972; mi mamá y el tío Alberto Bravo Espinoza, nacidos en 1945, y dos hermanas mayores de mi abuela, Betsabé del Carmen y María Magdalena Espinoza Freire, nacidas en 1901.

Pero ahora, vamos a centrarnos en los antecedentes documentales de esta familia, analizando las evidencias documentales que confirman o desmienten las historias heredadas de boca en boca, aunque nunca tan exageradas como la de llegar en barco desde Escocia (talla genealógica interna. El que sabe, sabe.)

No vamos a presentar antecedentes de las ciudades, pueblos y localidades en los que vivió esta familia, ya que, a diferencia de las anteriores, hubo mucha movilidad territorial, producto de los cambios propios de los acontecimientos históricos de la zona de la Araucanía y Arauco. Por el lado de los Espinoza, esta familia se movió desde el valle del Itata hasta las costas de Arauco, posiblemente producto del auge de la minería del carbón, y posteriormente se trasladaron hacia la Araucanía, por la oportunidad que ofrecía la región a la instalación de nuevos polos de desarrollo, como Carahue y Nueva Imperial. Los Freire, en cambio, se les encuentra siempre en la zona de Arauco, provenientes, posiblemente de la zona de Hualqui o Concepción. Revisaremos esas rutas en la medida que desarrollemos cada una de estas familias.

3.1.- La familia Espinoza.

Como es de esperar, existen varias familias Espinoza en Chile, ya sea con "z" o con "s". Más allá de las supuestas diferencias, que pueden o no acreditar diversos orígenes sociales, la evidencia documental demuestra que son generadas más bien por la animosidad y nivel educativo del escribiente, ya sea, oficial del Registro Civil, el cura párroco, o el monaguillo al que le tocó pasar en limpio las anotaciones del sacerdote. Mis propios ancestros los he encontrado con "s" o con "z" indistintamente, así es que esa diferenciación no tiene ningún significado.

Nuevamente, no podemos atribuir un origen común al apellido, pudiendo aparecer indistintamente en cualquier parte de la península ibérica. Menos aún, pensar que quienes llevamos el apellido, seamos parientes de Baruch Spinoza. Siempre hay que insistir en que esas afirmaciones deben acreditarse documentalmente. No podemos quedarnos con "lo que me dijo el abuelito", cercano más bien a un cuento para quedarnos dormidos, que a una realidad demostrable.


A lo largo de Chile existen varias familias Espinoza / Espinosa (para este artículo, vamos a usar la grafía "z" para todos los casos), casi todos estudiados en la zona central, como los Martínez de Espinoza, Forzén de Espinoza, Espinoza Rueda o Espinoza de Santander. Evidentemente, hay muy pocos estudios de las familias desarrolladas hacia los territorios del sur, pero la idea de estos artículos es ir supliendo esa falta de conocimiento, para que al menos sirva de base para futuros estudios, realizados por investigadores más capacitados que yo.

Mi abuela Dina Ester Espinoza Freire, nació en Nueva Imperial el 15 de marzo de 1908, siendo hija de Tomás Espinoza González y de Mercedes Freire Navarro. Como ya vimos anteriormente, contrajo matrimonio en Carahue con Rómulo Alberto Bravo Lazcano el 16 de septiembre de 1934 y tuvieron por hijos a los ya mencionados, Nelson, Irma, Alberto y Jorge Eduardo.

Tomás Espinoza y Mercedes Freire contrajeron matrimonio el 19 de julio de 1898 en Carahue y en Registro Civil, él declaró ser de oficio carpintero, tener 25 años de edad y ser hijo de Estanislao Espinoza y de María González. También indicó que su madre vivía en Carahue y que ignoraba en dónde estaba su padre. Mercedes, por su parte, declaró ser costurera, tener también 25 años y ser hija de Juan Esteban Freire, ya fallecido, y de Honoria Navarro, residente en Nueva Imperial. Este matrimonio civil fue realizado con posterioridad al matrimonio religioso, que fue también en Carahue, con fecha 3 de agosto de 1897.


Haciendo los respectivos cálculos, tenemos que Tomás y Mercedes habrían nacido en 1873, claramente no en Carahue, ya que fue fundada recién en 1882 por el General Gregorio Urrutia, en el marco de la Pacificación de la Araucanía, por lo que por años no pude dar con los registros de bautismo de ambos. Tomás falleció en Nueva Imperial el 4 de noviembre de 1975, y Mercedes, en la misma ciudad, el 16 de diciembre de 1974. De ahí el concepto de que mi bisabuela murió con más de 100 años de edad.

Encontrar el registro de bautismo de Tomás no fue tan difícil, fechado el 3 de febrero de 1878 en la localidad de Llico, provincia de Arauco. Sin embargo, en el documento se indica que Tomás tenía 1 año de edad, por lo que nació en 1877 y no en 1873, por lo tanto, tenía 21 años cuando se casó. O sea, para los criterios de esa época, era menor de edad y requería el permiso de los padres para contraer matrimonio. Era lógico que hubiera mentido respecto de su edad, por cuanto ignoraba en dónde estaba su padre, y su madre, María Higinia González Sanhueza, se había casado recién hacía 1 mes con Félix Valenzuela Méndez, formando otra familia.


Mucho más difícil fue encontrar el bautismo de Mercedes. Asumiendo también que podría haber venido de la zona de Arauco, revisé los archivos de Cañete y Arauco, encontrándome con varios Freire, pero nunca con el registro de bautismo de Mercedes Freire, menos, el matrimonio de sus padres, Juan Esteban Freire y Honoria Navarro. Lo que sí encontré fue el matrimonio de Juan Esteban Freire, con Toribia Monsalbe, en Cañete el 18 de diciembre de 1881.

Finalmente, orientando mi búsqueda a través de Honoria, encontré el bautismo de Mercedes Navarro, hija natural, de 3 años de edad, el 20 de noviembre de 1879, en la ciudad de Cañete. O sea, Mercedes había nacido en 1876, tenía 20 años cuando se casó por la iglesia, 21 al contraer matrimonio por el Registro Civil, por lo tanto, también era menor de edad, y tenía "tan solo" 98 años al fallecer. Como debía contar con el consentimiento de sus padres para casarse, y para esa fecha, Juan Esteban ya había fallecido, y Honoria residía en Nueva Imperial, tuvo que ajustar su edad a los estándares que la ley le permitía para contraer matrimonio, ante la imposibilidad de contar con sus progenitores.

Los hijos de Tomás y Mercedes fueron, Lastenia, Eduardo, Betsabé, Magdalena, Tomás Segundo, Guillermo, Dina, Mercedes y Humberto Espinoza Freire. Salvo Lastenia, que no tuvo descendencia, Eduardo y Dina, todos los demás hermanos fallecieron solteros. Lastenia y Eduardo, sin embargo, no eran hijos de Tomás. Si bien, ambos fueron inscritos como tal en el Registro Civil, el 12 de septiembre de 1898, existen en ambos registros, sendas anotaciones al margen fechadas el 17 de abril de 1957, indicando que eran hijos naturales de Luis Iglesias Carrasco, por lo tanto, toda la descendencia del tío Eduardo lleva por línea sanguínea el apellido Iglesias y no Espinoza. Calculando por la edad de la tía Lastenia, Mercedes debió haber conocido a Luis Iglesias cuando tenía 17 años y al tío Eduardo lo tuvo antes de cumplir los 20. Después de haberse casado con Tomás Espinoza, éste los reconoció como sus hijos y los crió como tales.

Como ya se indicó, los padres de Tomás fueron Estanislao Espinoza y María Higinia González. Su matrimonio está registrado en Arauco el 24 de diciembre de 1876. Él indica ser de Quirihue y estar viviendo hace 17 años en Arauco y ser hijo de Feliciano Espinoza y de María Eugenia Bastías. Ella, por su parte, dice ser natural de Talcamávida, hija de Juan de Dios González y de Petrona Sanhueza y estar viviendo en Arauco desde hace 14 años. Los padrinos de la boda fueron Ignacio Espinoza y Tomasa Espinoza. Aún no sé quiénes eran, pero intuyo que en el futuro serán una pista importante en mi investigación.


Los hijos que tengo registrados de este matrimonio son mi bisabuelo Tomás, Manuel Jesús, Juan, María Claudina, Margarita y María Estanislaa Espinoza González, todos, salvo Tomás, nacidos en la zona de Cañete entre 1877 y 1884. Posteriormente, esta familia se traslada a Carahue y luego a Nueva Imperial, en donde Estanislao se desempeña como comerciante.

Por mucho tiempo me costó encontrar más antecedentes de Estanislao, más allá de lo indicado en el matrimonio de Tomás en 1898, en el de Manuel Jesús en 1899, en donde se indica que no se sabe dónde está, o el de su hija Estanislaa en 1903, en donde se menciona como fallecido. Siempre estuvo la interrogante de qué pasó con él. Sin embargo, se le encuentra contrayendo matrimonio en Antilhue, el 7 de julio de 1889 con Lucinda Patiño Vergara, viuda de José Fernando Rivadeneira Salazar y descendiente de familias de encomenderos. En el documento expresa claramente ser soltero, e hijo de Feliciano Espinoza y de María Eugenia Bastías, dato que lo indica sin duda como el mismo Estanislao de Arauco.


Con Lucinda hasta ahora tengo registrados dos hijos de Estanislao: Juan Francisco y Rosa Ramona Espinoza Patiño, nacidos en 1889 y 1893, respectivamente. Lo curioso, es que para esos años, su anterior esposa, María Higinia González, aún estaba viva en Carahue. ¿Qué sucedió acá? Imposible saberlo con certeza, todavía. Bien pudo haber ocurrido que Estanislao y María Higinia hayan anulado su matrimonio, o en su defecto, aprovechando la gran actividad comercial existente entre Nueva Imperial, Carahue y Valdivia, Estanislao haya ido al sur a hacer algunos negocios y se prendó de la viuda, dejando abandonada a su familia en la Araucanía.

Curiosamente, para 1886 en los registros notariales, aparece un Estanislao Espinoza en Yumbel, vendiendo un terreno ubicado en la localidad de Quilacoya, cercano a Talcamávida, de donde era Higinia González. En 1887 aparece en Puerto Montt, comprando una hijuela en la zona de Maullín, la cual posteriormente vende en 1889, fecha cercana al segundo matrimonio de mi tatarabuelo en Antilhue. También en 1889 adquiere otra propiedad, inscrita en el Conservador de Bienes Raíces de Puerto Montt. Otra coincidencia, es que el nacimiento de Rosa Ramona Espinoza Patiño, está inscrito en San Pablo, provincia de Osorno, y da como domicilio en "Quilacoya", sector ubicado al noroeste de San Pablo. La firma de Estanislao en el registro de nacimiento, es sospechosamente parecida a la del documento notarial de Yumbel, así como lo es el nombre de Quilacoya en San Pablo y de Talcamávida. Sí. Sé que los nombre de locaciones mapuches se repiten. Pero no deja de serme sospechoso.




¿Qué es lo que creo? Que el pícaro de mi tatarabuelo encontró nuevos rumbos por el sur, vendió propiedades, entre ellas, las que le correspondían a su esposa Higinia González, formó otra familia y como en ese tiempo era muy difícil que se pudiera demostrar la bigamia, se quedó por la zona de Osorno y Valdivia, abandonando a su primera esposa e hijos en Carahue. Sé que el apellido Espinoza es bastante común, pero ha sido coincidente que cuando conozco a alguien con ese apellido de la zona interior de Valdivia o al norte de Osorno, le encuentro un sospechoso parecido a mis parientes Espinoza de Nueva Imperial.

De los padres de María Higinia González, podemos decir que fueron Juan de Dios González Tiznado y María Petrona Sanhueza Rojas. La familia paterna de Juan de Dios desciende de los González de Medina de la zona de Yumbel, y también de los González de la Ribera, de la zona de Rere. El ancestro más antiguo que he encontrado es Andrés González de la Ribera, corregidor de Rere en 1653.

De los padres de Estanislao Espinoza, Feliciano y María Eugenia Bastías, aparte de la mención en los registros de matrimonio de Arauco y Antilhue, no hay más antecedentes. Del primero se deduce que Estanislao vivía hacían 17 años en Arauco, en el año 1876, por lo que se deduce que llegó a la zona alrededor del año 1859, procedente de Quirihue. De los registros de matrimonio en Antilhue y de nacimiento de sus hijos, también en Antilhue y San Pablo, se deduce que Estanislao nació alrededor del año 1849, por lo que tendría no más de 10 años de edad cuando llegó a la zona de Arauco. Por lo mismo, tanto sus padres Feliciano como María Eugenia deben haber fallecido, o en la zona de Arauco - Cañete, o en Carahue - Nueva Imperial. Hasta ahora no he encontrado documentos que lo acrediten.

Tampoco hay registros de Estanislao en Quirihue, Ninhue o alrededores, y menos aún de alguna nominación de Feliciano Espinoza y María Eugenia Bastías. Ni siquiera como padrinos o testigos de algún sacramento. Será una tarea titánica dar con ellos. Pero así es la genealogía. Uno no busca ancestros. Los ancestros lo encuentran a uno...

En el siguiente link podemos ver la descendencia de Feliciano Espinoza, hasta ahora, mi ancestro de ese apellido más antiguo.

Descendencia de Feliciano Espinoza.

3.2.- La familia Freire. (Continuará)

15 de enero de 2023

Mi familia materna. Parte II

 2.4.- La familia Lazcano.

Siguiendo con el estudio de mis ancestros maternos, ahora corresponde que me refiera a la familia materna de mi abuelo. Los Lazcano de San Carlos.

Sobre el origen de la familia Lazcano, existe bastante documentación publicada por distintos genealogistas, pues desde la Edad Media es considerado uno de los linajes más importantes y antiguos del Norte de España. Podemos decir con alguna certeza, que este apellido tiene un único origen en la localidad donde se encuentra ubicado el actual municipio de Lazcano (Lazcao) en el País Vasco.

En el “Nobiliario de Guipúzcoa” de Domingo de Lizaso, respecto de la estirpe de los Lazcano, indica lo siguiente: “De su origen y principio, y de los años de su fundación, por ser tan antigua, no se halla memoria; solo se averigua por historias y escrituras que hace más de novecientos años que este Palacio ha tenido hombres ilustres y conocidos. Los señores de este solar emparentaron con los Reyes de Castilla y Navarra, y los de aquella Corona los trataron como a parientes, en sus cartas, y por esta causa ponen corona al timbre de sus escudos de armas, como acostumbran poner los que tienen sangre real.


De la misma forma están emparentados con los mayores señores y títulos de Castilla. Los señores de esta Casa han seguido siempre el camino de las armas; y así por sus hechos heroicos, han conseguido la mayor parte de su nobleza, fama, honra y hacienda, y los naturales han sido y son a propósito para la guerra, por haber sido en su mayor parte resueltos y eficaces en todas sus acciones y empresas, juntamente con prudencia y madurez con que conseguían sus intentos. Y así lo da a entender su mismo apellido de Lazcano que es un compuesto de una dicción de romance y otra de vascuence, que son Laz y Cano; Laz, en vascuence significa áspero y resuelto; y cano, en romance significa viejo y maduro de seso, etc.”

La mayoría de las genealogías inician este linaje con Urgel de Lazcano, nacido alrededor del año 1190 y casado en 1243 con Catalina de Murguia, hija de Teobaldo I, Rey de Navarra, “El Trovador”. Sin embargo, en un documento de donación a la iglesia de San Agustín de Etxabarria en Vizcaya, fechado en el año 1053, aparece un Eneco Lupic de Lazkanu. El hecho que una hija del rey de Navarra se haya desposado con un Lazcano, es un indicio más de la nobleza y antigüedad de esta estirpe.


De este matrimonio surgen varios linajes emparentados con los Reyes de Castilla y de Navarra y con gran parte de la nobleza española, sirviéndoles en las guerras de Francia, Navarra, Nápoles, Milán y Túnez. Lucharon contra los turcos y los moros y tomaron parte en las contiendas de Inglaterra y Flandes. Desde muy antiguo poseyeron siete castillos y además, fueron Señores de la villa de Corres; Álava, San Millán, Cuzcurrutilla, Haro y Briones, en la Rioja. También, fueron dueños de Aloca, Contrasta, y de las aldeas de Ulibarri y Alda, del valle de Arana, con señorío y jurisdicción civil y criminal.

Los Señores de la casa de Lazcano tuvieron el patronato de las iglesias parroquiales de San Miguel, en el mismo Concejo de Lazcano; San Martín, de la villa de Ataún; Nuestra Señora de Santa Fe, de la villa de Zaldivia, e iglesias de San Juan en el Concejo de Olaverria; de San Miguel, en la villa de Idiazábal. 

Otras casas o ramas del linaje de Lazcano se fundaron en Arrona, Ataún (Guipúzcoa), Barandio, Berganza y otros lugares de Navarra, hacia 1323. Una rama muy antigua de los Lazcano se estableció en la isla de La Palma , a mediados del siglo XVII, originaria del lugar de Rivabellosa en la Rivera Baja, hoy provincia de Álava. Otra, de no menor importancia, formó una rama en Iturburu y pasaron a llamarse “LAZCANO – ITURBURU”, que hacia el año 1743, fundaron familias en Córdoba, Santiago del Estero, Buenos Aires y La Plata, en Argentina.

No existe completa claridad respecto de la llegada de los Lazcano a Chile. Si bien, los documentos demuestran que una rama de los Lazcano Iturburu de Argentina dejó descendencia en Chile, no se han desarrollado completamente las genealogías, como para determinar el nexo que existe entre las distintas ramas de este apellido.

Los genealogistas nacionales suelen relacionar a este apellido con la familia formada por Prudencio Lazcano y García de Zúñiga, nacido en Buenos Aires y casado en 1807, en Santiago de Chile con María de la Cruz Mujica Jáuregui y Correa, padres de Fernando Lazcano Mujica, nacido en 1810, ministro de Justicia del presidente Manuel Montt, Senador desde 1852 a 1860 y Ministro de la Corte Suprema. Sin embargo, existen menciones de este apellido anteriores a este período, con el bautizo de Juana Lazcano el 16 de Septiembre de 1670 en la parroquia de El Sagrario en Santiago. De la misma época y lugar, el 12 de Febrero de 1673, fue bautizado Nicolás de Lazcano, hijo de María de Lazcano, sindicada como mestiza. El 28 de Diciembre de 1673 es bautizada en Aconcagua, en la capilla de Santa Rosa de Los Andes, María Galdames y Lazcano, hija de Roque Galdames y Agustina Lazcano. Lo cierto es que una rama muy numerosa se desarrolló en la zona de Los Andes, San Felipe y Putaendo, desde al menos 1719, zonas donde este apellido es muy frecuente, pero del cual no se ha encontrado el tronco común.


En una entrevista personal sostenida en el año 2005 con mi tía abuela, Irma Bravo Lazcano, ella me indicó que su abuelo José Nieves Lazcano habría entrado al Seminario para ser ordenado sacerdote, como lo indicaba la "tradición familiar", pero que finalmente se arrepintió y volvió a su casa. De esa época guardó su baúl de viaje, que con el tiempo ella lo llamó el "Baúl de los Secretos" el cual le gustaba mucho trajinar cuando era niña. Ella recordó que en ese baúl encontró una serie de cartas y afiches de propaganda política de un supuesto pariente de apellido Lazcano, quien fuera candidato para la presidencia de la República. Posiblemente se trataba de Fernando Lazcano Echaurren, en las elecciones presidenciales de 1906, hijo de Prudencio Lazcano Mujica, mencionado más arriba. Según la tía Irma, el candidato era primo de su abuelo José Nieves Lazcano, pero a la fecha no se ha logrado encontrar un respaldo documental que afirme esa aseveración. Agregó que ella tenía conocimiento de la llegada de tres hermanos Lazcano a la zona de San Carlos, provenientes de más al Norte, afirmación que pude corroborar, al encontrar a varios Lazcano anteriores a mi tatarabuelo, registrados en la zona de Chillán. 


Como anécdota, el mencionado baúl sigue cumpliendo el mismo objetivo de ser el "Baúl de los Secretos", en casa de su sobrina, mi mamá, Irma Bravo Espinoza.

De ser efectivo el parentesco entre los Lazcano de San Carlos y los Lazcano de Santiago, el linaje podría extenderse con seguridad hasta Andrés de Lazcano, nacido alrededor de 1600, vecino de la villa de Cestona en Vizcaya, descendiente del Señor de la Torre de Lazcano, casado en la misma ciudad con Francisca de Arregui Egaña, hija de Martín de Arregui y de María de Egaña. Por ahora, el linaje materno de la familia Lazcano de San Carlos, termina en el matrimonio conformado por Vicente Lazcano y María Muñoz, nacidos alrededor del año 1765 y cuya familia se desarrolló en Chillán.

El apellido LAZCANO lo podemos encontrar escrito de distintas maneras en los diversos registros, tanto parroquiales, como notariales, o posteriormente del Registro Civil. Es así como es frecuente las variantes LASCANO, LEZCANO LESCANO, LISCANO, etc., que evidentemente han formado ramas familiares aparentemente distintas, pero que tienen un mismo origen.

Mi bisabuela Palmenia del Carmen Lazcano del Pino, nació en San Carlos el 10 de febrero de 1887 y falleció el 20 de febrero de 1948 en la misma ciudad. 


Se casó alrededor de 1910 con Rómulo Alberto Bravo Palavicino, con quien tuvo 5 hijos, Rómulo Alberto (mi abuelo materno), Irma Elena, Carlos Homero, Héctor y Roberto Bravo Lazcano.

Existe otra familia Bravo Lazcano, conformada por Ernesto Bravo Palavicino, hermano menor de Rómulo Alberto, y Sinforosa de las Nieves Lazcano del Pino, hermana de Palmenia. La descendencia de esa familia se desarrolló principalmente en Santiago, quedando aún en San Carlos, las hijas de Yolanda Bravo Lazcano, Nelly y Sonia Palavicino Bravo. 

Palmenia falleció en San Carlos, el 20 de febrero de 1948 y sus restos descansan en el cementerio municipal, en el nicho familiar. De su padre, José de las Nieves Lazcano Vallejos, no he encontrado registros de nacimiento, a pesar de que en el documento de matrimonio indica ser de Chillán, pero no figura en los registros parroquiales de esa ciudad. Se casó en San Carlos, el 7 de agosto de 1863, con Sinforosa del Carmen del Pino Bravo, hija de José María del Pino Landaeta y de María Nicolasa Bravo Bravo. Nicolasa era hermana de Pedro José Bravo Bravo, abuelo de Rómulo Alberto Bravo Palavicino, mencionadas anteriormente.


José de las Nieves y Sinforosa tuvieron 4 hijos: Blanca María Esmeralda, con descendencia Jiménez en Argentina y Chile, Gustavo Romeo de las Nieves, además de Palmenia del Carmen y Sinforosa de las Nieves, ambas ya mencionadas.

Los padres de José de las Nieves fueron Pedro José Lazcano Muñoz y María del Tránsito Vallejos Orrego, ambos fallecidos en Chillán, el 21 de abril de 1861 y el 28 de abril de 1871, respectivamente.


No he logrado a la fecha encontrar el bautizo y matrimonio de ambos, ya que no figuran en los libros parroquiales de Chillán, San Carlos ni alrededores. La única pista concreta está en el registro de defunción de María del Tránsito Vallejos, que la indica como natural de Parral, por lo que lo más probable es que su matrimonio haya ocurrido allá, o en Linares, al igual que el nacimiento de sus primeros hijos, entre ellos, mi tatarabuelo José de las Nieves. Como a la fecha, no he logrado acceso a los registros parroquiales de Parral y Linares aún, dejaremos este cabo suelto para resolver más adelante, y así, no retrasar la emisión de estos artículos. 

Lo que sí nos dice el documento de defunción, es que los padres de María del Tránsito fueron Tiburcio Vallejos y Joaquina Orrego. De este Tiburcio, hasta ahora, la única pista es su mención en un testamento en Linares, en donde se le indica como Tiburcio Vallejos "o" Ibañez, dando a entender que se le conocía con ambos apellidos. Tengo la sospecha de Tiburcio puede estar emparentado con los Ibáñez Vizcarra de Linares, descendientes de John Evans, pero no he logrado encontrar documentos que lo avalen. Otro misterio para resolver en el futuro.

Los hijos de Pedro y María del Tránsito fueron: José Gregorio, José de las Nieves, ya mencionado, Clodomiro, José Dolores, Pedro José, Efraín, Francisco Javier, Manuel Jesús y José Miguel Lazcano Vallejos.

Pedro José era hijo de Vicente Lazcano y de María Muñoz. De ellos no tenemos más antecedentes, más allá de ser mencionados como padres de sus 8 hijos registrados. Posiblemente de acá venga la historia contada por la tía Irma Bravo Lazcano, referente a que llegaron 3 hermanos Lazcano a la zona de Chillán. Los hijos de este matrimonio son Lucas, Pedro José, ya mencionado, Norberto, Tomasa de las Nieves, Bernarda, María Mónica, Manuel José y Juan José. Los dos últimos, bautizados en Ninhue, el 20 de diciembre de 1829. Salvo ellos, no hay registros de bautizo de los hermanos Lazcano Muñoz, nacidos entre 1788 y 1808.


Sí existen antecedentes de otros Lazcano en la zona de Chillán, pero hasta ahora, sin una relación demostrable con Vicente, como por ejemplo, el bautizo de Tomasa de las Mercedes, hija de don José Francisco Lazcano, administrador de la Real Venta de Tabacos, y doña María Antonia Fernández, el 19 de septiembre de 1798, y el matrimonio de Juan Lazcano Lavados, hijo natural de Juan Lazcano y Micaela Lavados, con Bernarda Guzmán y Méndez, ocurrido en Chillán el 3 de julio de 1811. Posiblemente, las gestiones de José Francisco como funcionario público, hayan resultado en la llegada de parientes a la zona de Chillán. Tema por resolver.

El documento más antiguo encontrado hasta ahora en los registros parroquiales de Chillán, que menciona a los Lazcano de la rama de Vicente, es el bautizo de Fernando Lazcano Acuña, hijo natural de Pedro José Lazcano (hijo de Vicente), y de Asención Acuña, realizado en Chillán el 11 de octubre de 1817.


La descendencia Lazcano Muñoz, la pueden encontrar en el siguiente link: Vicente Lazcano









14 de enero de 2023

Mi familia materna. Parte I

1.- Introducción. 

Mi interés por investigar los orígenes ancestrales de la familia de mi madre, Doña Irma Mariana Bravo Espinoza, surge bastante más tarde que el inicio de mi trabajo sobre mis ancestros Neumann, Kröll y Schulz. En 1990, erróneamente pensaba que averiguar antecedentes más allá de mis bisabuelos, sería una tarea titánica al no estar en condiciones de acceder a información genealógica en Chile (¿?) y porque en el común de las familias chilenas, debido al poco interés que yo creía que había sobre el tema, la memoria genealógica se pierde pocas generaciones hacia atrás. Es así como mantuve en “abandono” a mis ancestros maternos, más allá de mis bisabuelos. Esto fue así hasta que bien avanzado el trabajo de mis ancestros inmigrantes, mi querida madre me reclamó (con justificada razón) que también debía conocer los antecedentes de su familia.

Centré mi atención en los datos inmediatos, es decir, la información de mis abuelos, sus hermanos y lo más que pude averiguar de mis bisabuelos. De esa manera fueron apareciendo los apellidos Bravo, Lazcano, Palavicino, del Pino, Espinoza, Freire, Navarro y González y me di cuenta de mi error al ir encontrando abundante información, ya sea en la tradición familiar, como en documentos y archivos.

2.- La familia Bravo Lazcano. 

Los lugares de origen juegan un papel importante en la investigación genealógica. Es así como la tradición familiar y los documentos me llevaron a descubrir a mis ancestros en ciudades como San Carlos, en la provincia de Ñuble, Nueva Imperial, en la provincia de Cautín, y Cañete en la provincia de Arauco, por lo que antes de exponer la relación familiar de mi abuelo materno, presento una pequeña relación histórica de la ciudad de San Carlos, ya que congrega a cuatro de las familias base de mis ancestros: Bravo, Lazcano, Palavicino y Del Pino.

2.1.- La ciudad de San Carlos Ñuble.

San Carlos es una comuna ubicada en la Provincia de Ñuble en Chile. Esta ciudad, de pujante actividad comercial, se encuentra en el corazón de la agricultura chilena, a 379 km al sur de Santiago, 133 km al noreste de Concepción, y a 25 km al norte de Chillán. Esta comuna se sitúa en una planicie aluvial entre los ríos Ñuble y Perquilauquén y cubre un área de 874 km². Posee un clima mediterráneo moderado, de veranos calurosos y secos con temperaturas que superan los 34°C en los meses de Diciembre, Enero y Febrero.


Antes de la llegada de los conquistadores españoles a Chile con la expedición de Diego de Almagro, la zona geográfica donde hoy está emplazada la ciudad de San Carlos, estaba habitada por indígenas de la etnia mapuche denominados "de Itihue", que constituían una población bastante numerosa. En 1536 Almagro había enviado una avanzada al Sur, al mando del capitán Gómez de Alvarado y Contreras, con la misión de explorar el país hasta el estrecho de Magallanes en busca de oro y riquezas. Este expedicionario realizó el viaje saqueando las comunidades aborígenes que encontró en su camino, raptando a las indígenas jóvenes para venderlas y así costear sus gastos para el regreso. Sin embargo, ocurrió que en el transcurso de su viaje no encontró ninguna de las mencionadas riquezas que esperaba, por lo que los aborígenes, para salvarse de los abusos de los españoles, indicaron que más al sur habían muchos tesoros y numerosas bellezas nativas.

En su avance Alvarado no logró encontrar mayor resistencia entre los pueblos indígenas, ya que contaba con cien jinetes, cien infantes y cinco mil auxiliares o yanaconas. Su incursión alcanzó hasta la confluencia del río Ñuble con el Itata, donde fue interceptado por las numerosas y organizadas fuerzas mapuches al mando del cacique Michimalonco con más de treinta mil guerreros, en la denominada “Batalla de Reino Huelén”. Según Pedro Mariño de Lobera en su obra “Crónica del Reyno de Chile”, los mapuches realizaron varios y repetidos ataques, que fueron rechazados exitosamente por los españoles, debido principalmente a la sorpresa y desorientación producida por los caballos, las armas de acero y las armaduras de los conquistadores, elementos que les eran desconocidos a los guerreros indígenas. Indica que en esta expedición los naturales le presentaron tan feroz batalla, que los españoles obtuvieron la victoria solamente por el favor del cielo. Las fuerzas de Michimalonco se retiraron dejando en el campo muchos muertos y algunos prisioneros.

Convencido de la pobreza de la tierra, desalentado de continuar ante la ferocidad de los mapuches y ante las súplicas de sus soldados que le exigían el retorno, Gómez de Alvarado escribió a Almagro informándole lo sucedido, regresando poco tiempo después. Este combate influyó significativamente en el resto de la tropa y motivó en parte que ese mismo año la expedición completa se retirara del país, retornando hacia el Perú.


Tiempo después, a la llegada de Pedro de Valdivia, el territorio de los indígenas de Itihue fue un refugio perfecto para las numerosas tribus, que con sus escaramuzas hicieron fácil presa de los primeros aventureros que se instalaron en esa zona, debido a que estaba formado por montes de abundante vegetación.

A inicios del siglo XVIII, Itihue aún era un poblado de naturales y al igual que otras zonas pobladas por aborígenes, solamente existían agrupaciones de aldeas que carecían de toda cohesión geográfica, social y política. A pesar de ello, para los españoles fue bastante difícil establecerse en este lugar y no fue sino hasta mediados de 1750, cuando se empieza a poblar el sitio ocupado por los Itihues y otros lugares aledaños, como Verquicó, Monte Blanco, las orillas del río Perquilauquén, llegando inclusive a formarse un villorrio, que debió ser abandonado por la gran sublevación Pehuenche de 1769.

La rápida disminución de la población aborigen que siguió a esos años, presumiblemente se debió a una emigración hacia sectores más protegidos y alejados de los asentamientos españoles, sin embargo, no todos los indígenas abandonaron la zona, puesto que décadas después de la fundación de la Villa de San Carlos, aún quedaban algunos caciques al mando de grandes y respetables familias, como las de Juan Reiman.

Las congregaciones religiosas como la de los jesuitas tuvieron por misión evangelizar y elevar el nivel cultural de la población nativa, siendo preocupación de los gobernadores que apenas se fundaba una ciudad, se levantaba una Iglesia, con la construcción de la Parroquia de San Carlos de Perquilauquén. Este curato se extendía entre los ríos Longaví y Ñuble y pertenecía al Corregimiento de Chillán y afortunadamente para esta investigación genealógica, me llevé la gran sorpresa de que conserva registros parroquiales muy antiguos, como por ejemplo, los matrimonios de 1694; defunciones desde 1695 y bautismos desde 1719. Por supuesto, mucha documentación está perdida para siempre, pero la que está actualmente, me permitió explorar el maravilloso mundo de los ancestros y sus particulares vidas.

Ya en 1765, se determinó la necesidad de construir un nuevo templo parroquial, debido a las malas condiciones en que se encontraba la capilla San Antonio de Padua de Perquilauquén. Don Joseph de la Cerda, ofreció al párroco, don Ventura de la Vega, una donación de doce cuadras de sitio en su estancia de Cape, donde perfectamente se podía construir la parroquia y la casa parroquial, además de manifestarle que era un lugar más ventajoso, pues podrían concurrir con mayor facilidad los feligreses de todos los sectores. Fray Pedro Espiñeyra del obispado de Concepción, solicitó materiales de construcción e hizo resaltar en sus cartas, que todos los feligreses estaban dispuestos a colaborar. También manifestó al obispado la necesidad de más ministros eclesiásticos que administraran los sacramentos y dieran instrucción cristiana a la población española y nativa. Finalmente la nueva parroquia fue construida en la localidad de Verquicó y entre los años 1780 y 1815 realizó la labor de evangelizar, registrar los nacimientos, matrimonios, defunciones y organizar las familias.

Años más tarde, el párroco de Verquicó don Juan Bernardo Ortiz, instó a sus feligreses para solicitar al entonces Gobernador de Chile, don Ambrosio O'Higgins la creación de una villa alrededor de la Iglesia Parroquial de la comunidad. La necesidad de fundar una villa radicaba fundamentalmente en el crecimiento poblacional y en la distancia que existía con los otros núcleos urbanos de importancia en esa época. Los pobladores del lugar pidieron la creación de una villa, en una carta fechada el 19 de Diciembre de 1788, contando con 41 firmas. Lo curioso es que estos mismos vecinos no se ponían de acuerdo en el lugar en donde se fundaría, ya que decidían de acuerdo a sus intereses particulares. Se propusieron diversos lugares como las orillas del río Perquilauquén; las riberas del Estero de Buli; los paredones de Ñiquén; La Isla, sitio ubicado entre los esteros de Buli y Agua Buena; los faldeos de las montañas de Los Andes; Chequehuán o Itihue.

En 1789, Juan Martínez de Rosas, asesor de la Intendencia de Concepción y futuro miembro de la Primera Junta Nacional de Gobierno, envió el informe a don Ambrosio O'Higgins, describiendo el territorio como "terreno llano, fértil y bueno para el trigo y toda clase de granos y plantas, y también para la cría de ganado." Posteriormente en la iglesia de Verquicó, se reunieron don Antonio Sanhueza, los capitanes Francisco Muñoz, Manuel Ortiz, Pablo de Guzmán y el coronel don Juan de Ojeda para estudiar los expedientes, acordando que el lugar más apropiado para tal objetivo eran las tierras de Itihue.

La Villa de San Carlos debió esperar la llegada de un nuevo siglo para verse formalmente constituida. El entonces Gobernador de Chile, el español nacido en Baena, Mariscal don Joaquín del Pino de Rozas y Negrete, pidió los antecedentes de la villa y firmó el decreto de fundación el 3 de julio de 1800, denominándola con el nombre de San Carlos de Itihue, en Homenaje al Rey Carlos IV. Con esta acción se atestiguaba la fidelidad del Reino hacia el Monarca español y para fomentar el progreso de la Villa, el Consejo Real decretó para San Carlos el título de nobleza que sería concedido a aquellos pobladores distinguidos con bellas cualidades de sangre, cristiandad, buenas costumbres, armonía en el trato con los vecinos, etc.

El 24 de noviembre de 1801 el coronel don Juan de Ojeda realizó el primer trazado de la villa, que se caracteriza por tener la forma del típico damero español, dando un total de 120 sitios o solares, distribuidos en poco más de 36 manzanas, documento que se conserva en el Archivo Nacional.


A esta villa le tocó nacer a la vida en los tiempos en que terminaba la época colonial y empezaba la azarosa época de las luchas por la Independencia, por lo que San Carlos de Itihue en sus comienzos, debió llevar una vida bastante precaria y llena de zozobras. Por lo mismo, no jugó un papel de mayor importancia en los acontecimientos, contentándose solo con ver pasar junto a ella el ir y venir de los ejércitos realistas y patriotas.

Pero el 15 de Mayo de 1813 la situación cambió, ya que se libró un poco al sur de la ciudad, en el lugar denominado "Ablemos", el denominado "Combate de San Carlos". Las fuerzas españolas estaban comandadas por Antonio Pareja, que por encontrarse enfermo, delegó  el mando al capitán Juan Francisco Sánchez, y las fuerzas patriotas eran dirigidas por el general José Miguel Carrera, resultando en la huida de los realistas hacia Chillán.

En la campaña del año 1817, el General Ramón Freire a la cabeza de una expedición de Santiago al Sur, aparece ocupando sin mayor dificultad, las plazas de Parral, San Carlos y Chillán, en las que instaló, por supuesto, autoridades afines a la causa patriota.


En las campañas contra las guerrillas realistas de los hermanos Pincheira posteriores a 1818, San Carlos jugó un papel más importante y tuvo mayor actuación. En efecto, en el mes de Octubre de 1820 las fuerzas nacionales disminuidas por la deserción y mandadas por los comandantes Viel y Arriagada, se retiraron a Parral. Las montoneras que se habían refugiado en San Fabián de Alico, aprovecharon esta ocasión para atacar San Carlos. Anteriormente en Enero la ciudad había soportado un feroz asalto, pero en ambos la población fue fácilmente ocupada y saqueada, dando muerte a varias personas y prendiendo fuego a la ciudad. Cuando el comandante Pedro Ramón Arriagada recuperó San Carlos al mando de 150 soldados, las montoneras habían huido impunemente hacia las montañas. Posteriormente, en Noviembre del mismo año, San Carlos sufrió un tercer asalto de parte de las montoneras de los Pincheira, por lo que las fuerzas nacionales al mando del comandante Arriagada, las atacaron sorpresivamente y le dieron una tremenda batida, que prácticamente las exterminaron. Luego de eso, San Carlos volvió a su existencia tranquila y sin ruido de villa provinciana.

Hay que considerar que en el ambiente de la población rural de la zona, las ideas de emancipación de la corona española, no tenían muchos adeptos. La gran mayoría de los campesinos habitantes de San Carlos vivía tranquilamente su existencia, alejada del bullicio y los vicios de las ciudades, manteniendo sus tradiciones, religiosidad y lealtad hacia sus autoridades. Absolutamente lejos del ideal de esos "pijecillos santiaguinos" que venían a adoctrinar con esas raras ideas de "igualdad, fraternidad y libertad", que nunca necesitaron.

No es para nada de raro que esa apatía campesina fuera interpretada por los generales patriotas, como un apoyo a la causa realista, generando sobre la población local, brutales represiones y abusos, que significaron finalmente, un rechazo hacia los libertadores y un apoyo a los últimos defensores de sus ideas tradicionales, como lo fueron Pincheira y Benavides.

Siguiendo con la historia, al redactarse más tarde la Constitución de 1833, quedó establecido que a partir de entonces San Carlos pasaría a formar parte de la nueva provincia del Maule.

El terremoto del 20 de febrero de 1835 sacó a la Villa de su existir apacible. Fueron muchos los daños que ese tremendo sismo causó en la población que habitaba entre el Maule y el Bio Bio. La mayoría de casas se desplomaron y fallecieron muchas personas, pero San Carlos se rehízo y empezó a vivir confiadamente en espera de mejores tiempos.

En 1848 bajo el gobierno de Manuel Bulnes, se crea la provincia de Ñuble con los Departamentos de Chillán y de San Carlos.

San Carlos tuvo una importante participación en las Revoluciones de 1851 y 1859, especialmente en esta última, donde se destacó el General José Vicente Venegas, quien posteriormente fuera Gobernador de San Carlos en los años 1867 como interino y como titular entre los años 1868 y 1870.

En noviembre de 1874, llegó el primer tren a San Carlos y la primera estación se ubicó al final de la Alameda. La actual fue inaugurada el 15 de Julio de 1949, frente al barrio cívico y la Plaza Lucio Concha Molina.

También tuvo una participación relevante en la Guerra del Pacífico, de hecho, el Gobernador de esa época, don Baldomero Silva Sepúlveda fue quien debió organizar y seleccionar a los hombres que irían al frente de batalla en el Norte. Fueron enrolados más de 200 hombres, pero como era de esperarse solo algunos regresaron. Los restos de estos valientes sancarlinos descansan hoy en un Mausoleo que la comunidad les erigió en el Cementerio local, en memoria y en agradecimiento a la valentía y coraje que tuvieron para defender a su patria. Destaca la figura del General Sofanor Parra Hermosilla, quien estuvo al frente en las batallas de Huamachuco, Chorrillos y Miraflores, entre otras, convirtiéndose por su valor e inteligencia en una de las máximas figuras del ejército chileno. 


Esta no fue la única forma de participación de la ciudad de San Carlos en el conflicto. Fue de gran importancia el aporte de la zona en el abastecimiento de harina de trigo para los ejércitos, llegando incluso a escasear este alimento en la ciudad ya que la prioridad eran los combatientes del Norte. Uno de los molinos abastecedores de este vital alimento todavía permanece en pie y es un verdadero Monumento Nacional, ya que fue construido en la década 1860, siendo su primer dueño fue el canadiense Enrique Price. Más tarde pasó a manos de Carlos Álvarez Condarco y actualmente pertenece a la Sociedad de la familia Vivero y está ubicado en las esquinas de las calles Diego Portales y El Roble. Su estructura de tres pisos es prácticamente igual a la original y ha tenido muy pocos cambios a través del tiempo.

En 1888, durante el gobierno del Presidente José Manuel Balmaceda, se creó la primera escuela pública fiscal de hombres de San Carlos. Escuela que aún presta servicios a la enseñanza y que hoy lleva el nombre de Escuela D-99, Diego Portales Palazuelos. Más tarde se creó la escuela superior femenina que posteriormente se denominó escuela Nº 2 y que hoy en un moderno edificio lleva el nombre de Escuela E-140 General Sofanor Parra Hermosilla.

El 22 de diciembre de 1891 se promulgó la Ley de Comuna Autónoma y desde esa fecha San Carlos pasó a catalogarse como tal.

Como las comunicaciones entre los habitantes del mundo rural y urbano eran muy necesarias para el intercambio y fortalecimiento de sus actividades, especialmente las referentes a la agricultura, a fines del siglo XIX aparecen las primeras empresas de transporte con servicio de movilización interprovincial de coches tirados por caballos.

El aspecto de la ciudad a comienzos de siglo XX no escapaba al común provinciano de la época, caracterizándose por sus altas casas de adobe que ensombrecían las estrechas calles empedradas. La vida transcurría sin mayores sobresaltos y seguramente esta tranquilidad solo se veía interrumpida por el chirrido provocado por el "carrito urbano", al pasar sobre su tendido de rieles. Este original medio de transporte era tirado por caballos, atravesaba toda la ciudad llevando y trayendo pasajeros de la estación de ferrocarriles. Los edificios circundantes a la plaza eran viejas casonas con corredores, murallas de adobe y techos de tejas, lugares estos donde transcurría la vida social, con la fisonomía propia de esos tiempos, con calma y sin ajetreos. Sin embargo, con el paso de los años esta ciudad aún semi colonial, fue cambiando su rostro gracias a la llegada de extranjeros, principalmente árabes y españoles, quienes con el tiempo fueron dejando su contribución, esencialmente en la actividad comercial.


A mediados de la década del treinta aparecen las primeras "Góndolas" o buses, con tres salidas diarias a Chillán y servicios a San Gregorio, Cachapoal y otros lugares cercanos a San Carlos, dándole a ciudad un comercio muy floreciente. El auge y el progreso permitió el arribo de nuevos extranjeros, contribuyendo al adelanto y desarrollo del comercio local. El primer banco financiero que se hizo presente fue el Banco de Talca, el cual comenzó a funcionar en Marzo de 1906. Más tarde aparece la Caja Nacional de Ahorros, cuya actividad fue continuada por el Banco del Estado de Chile.

El templo Parroquial fue destruido por el terremoto de 1939 que afectó gravemente a la región central del país. Se construyó una Capilla provisoria de madera en las afueras de la ciudad. El 19 de noviembre de 1944 se puso la Primera Piedra del actual templo, el cual fue inaugurado el 25 de diciembre de 1948 por el Obispo Jorge Larraín Cotapos.


San Carlos es también el pueblo natal de varios artistas y personajes famosos tales como el pintor Hernán Gazmuri; autores y cantantes como Los Ángeles Negros, y la folklorista, Violeta Parra, cuya casa se encuentra localizada en calle El Roble 535-531, lugar que fue declarado Monumento Nacional según Decreto Ley No. 668 del 29 de septiembre de 1992.

Entre los atractivos de la ciudad se cuenta con la Medialuna de San Carlos que es un recinto deportivo para la práctica del rodeo chileno. Esta medialuna tiene una capacidad para 8.000 personas y es la segunda más grande de Chile, siendo superada sólo por la Medialuna de Rancagua.

Además a comienzo de cada año se realizan diversas fiestas locales, en los diferentes poblados de las zonas rurales aledañas, como es el caso de la semana de Agua Buena, que consisten en bailes, conciertos, partidos de fútbol, elección de reina, entre otras actividades.

2.2.- La familia Bravo.

El tema de buscar los orígenes ancestrales siempre nos va a llevar al inevitable error de creer que todos los que llevamos un mismo apellido, estamos emparentados. Nada más lejos de la verdad. Aún así, cada cierto tiempo aparecen los vendedores de supercherías, con maravillosos "escudos del apellido", y por supuesto, el nuestro no escapa a ello.

Lo cierto es que este apellido tiene orígenes en distintas áreas geográficas de España, sin tener que estar necesariamente emparentados. Durante la Edad Media, al surgir los apellidos como distintivo de familia, fueron muchas las ocupaciones, oficios, ciudades de origen e incluso actitudes que generaron un apodo que posteriormente se transformó en apellido. Sin lugar a dudas, debió haber muchos guerreros distinguidos por su valor y arrojo en batallas o incursiones, que merecieron el nombre de “bravos”, sobrenombre que con el tiempo se transformó en apellido, descartando de lleno un mismo origen común.

En Chile se suele indicar a dos principales familias fundadoras del apellido: los Bravo de Naveda y los Bravo de Villalba, pero en la práctica, se trata de dos ramas de la misma familia, en donde la primera heredó el apellido de la segunda. Otra de familias mencionadas es la de los Bravo de Saravia, originarios de Soria y cuyo descendiente, don Melchor Bravo de Saravia y Sotomayor, fue Gobernador de Chile entre 1568 y 1575. Su descendencia está radicada principalmente en Santiago.

Los Bravo de Villalba son originarios España, de la ciudad de Villanueva de La Serena, provincia de Badajoz, en Extremadura. El linaje se inicia con el matrimonio de Miguel de Villalba e Isabel Rodríguez Bravo de Villalba, ambos originarios de la ciudad de Villalba del Alcor en la actual provincia de Huelva. Su hijo, Alonso Bravo de Villalba fue alcalde de Villanueva de La Serena y de su matrimonio con Teresa González de Peñafiel nacieron tres hijos, uno de los cuales, Hernando Bravo de Villalba, fue corregidor de Valdivia, donde murió a manos de los huilliches que capturaron y destruyeron la ciudad en el gran alzamiento de 1599.


De los ocho hijos registrados en el matrimonio con Leonor Ortiz de Gaete, cuñada de Pedro de Valdivia, destaca Teresa Bravo de Villalba, quien se casó en Valdivia con don Mauricio de Naveda y Vásquez, siendo esta pareja la fundadora de la familia Bravo de Naveda, que se estableció principalmente en Colchagua.


Fernando Bravo de Villalba y Ortiz, hermano de Teresa, nació en Chile en 1563. Fue encomendero en Valdivia hasta 1599, pero debió migrar a la zona del Maule luego del alzamiento en que perdió la vida su padre y de haber sido prisionero de los indígenas. De su matrimonio con Beatriz Arredondo, nacieron tres hijos; dos de ellos, Fernando y Diego se establecieron en la zona de Curicó, y Juan lo hizo en la zona de Chillán.

Juan se casó con Apolonia de Latorre y de sus cuatro hijos, dos de ellos, Alonso y Juan, se avecindaron en la hacienda de Huechuquito, en Perquilauquén. Alonso perdió su heredad, que pasó a manos de John Evans, fundador de la familia Ibañez, quedando la descendencia de Juan Bravo de Villalba y Latorre, como la principal representante de la familia Bravo en la zona aledaña a San Carlos y siendo cabeza de la rama de las familias Bravo Opazo de Cauquenes y los Bravo Letelier de Chillán.

En la zona de San Carlos Ñuble, la familia Bravo es una de las más antiguas y arraigadas, apareciendo en los registros de la parroquia de San Carlos de Perquilauquén con el matrimonio de don Alfonso Bravo y de Josepha de la Fuente, el 20 de Noviembre de 1703. Se indica a Alfonso como hijo de Diego Bravo, pero no se registra a su madre.

Existe también el apellido Bravo adoptado por naturales de la zona de San Carlos, estando registrado un Alonso Bravo, fallecido en 1695 y anotado como de origen mapuche. Pudo tratarse de un mestizo, hijo natural de algún Bravo de la zona de Perquilauquén, o de un indígena que adoptó el apellido al bautizarse.

La línea genealógica de mi familia materna, comienza, por supuesto, con mi madre, Irma Bravo Espinoza, nacida en Collipulli, provincia de Malleco, en 1945. Hija de Rómulo Alberto Bravo Lazcano, nacido el 11 de abril de 1911en el sector rural de Cuadrapangue, al Sur de San Carlos. Alberto se había casado en Carahue, provincia de Cautín con mi abuela, Dina Estela Espinoza Freire, pero anteriormente había enviudado de Violeta Rodríguez Pizarro, de quien dejó un solo hijo con descendencia en Santiago. Alberto se desempeñó como funcionario público, en servicio de agua potable, cargo en el que lideró la administración en la ciudad de Collipulli, en donde finalmente falleció el 14 de julio de 1971.

El padre de mi abuelo Alberto, Rómulo Alberto Bravo Palavicino, nació en San Carlos el 12 de febrero de 1886 y se había casado con su prima en segundo grado por vía materna, Palmenia del Carmen Lazcano del Pino en 1910. Tenía un nombre bastante romano, para ser descendiente de españoles, pero eso se debía a que su madre, María Clotilde Palavicino tenía bastante arraigada la cultura italiana, a pesar de existir registros de esa familia en Chile, desde antes de 1795. Clotilde era casada con José Desiderio Bravo Briones, mi tatarabuelo, nacido 1862, y de él descienden varias líneas de familias Bravo que a la fecha sigo trabajando como investigación genealógica. 


Era hijo de Pedro José Bravo Bravo y Rosalía Briones Anabalón, cuyo matrimonio figura registrado el 1 de Febrero de 1839, indicando una consanguinidad que indicaba que los novios también eran primos en segundo grado por vía materna.


Pedro José Bravo Bravo era hijo de Manuel Bravo Ramírez, nacido en 1786, y de María Mercedes Bravo Guerrero, hija natural de Pedro Bravo Guerrero y de Rosa Guerrero y Ayala. También eran primos en segundo grado. 


Manuel, por su parte, era hijo de Próspero Bravo Sepúlveda y de Petrona Ramírez Lagos, y Próspero, a su vez, era hijo de Inocencio Bravo Cisternas y de Pascuala Sepúlveda Castro.



Inocencio Bravo Cisternas Era hijo de Domingo Bravo y de María Josepha Cisternas. En los registros parroquiales de San Carlos, aparecen bautizando a uno de sus hijos, Juan Agustín, el 4 de febrero de 1739, indicando que son naturales de la doctrina de Ninhue. Al no haber registros de ellos en fechas anteriores, se puede deducir que la familia se había trasladado desde el valle del Itata, hacia la localidad de Verquicó, dependiente de la parroquia de San Carlos.


Hasta la fecha, no he podido llegar más atrás de este Domingo Bravo, ni tampoco vincularlo a los Bravo de Villalba o Bravo de Naveda. Los registros parroquiales no dan más pistas al respecto y mucha documentación está definitivamente perdida.

Existe el matrimonio de un Domingo Bravo con Magdalena Castro Cartes, fechado el 1 de mayo de 1760, en donde se indica que es hijo natural de Martín Bravo y de Francisca Rivas. No puedo asegurar que se trate del mismo casado con Josepha Cisternas, ya que para la misma época existió otro Domingo Bravo, casado con Josepha Poblete, y que registran bautizos de sus hijos entre 1734 y 1745, al mismo tiempo que Domingo y Josepha Cisternas. Con esa homonimia y el mismo nombre de las esposas, es fácil confundirse.

El antecedente que me hace creer que mi ancestro Domingo es hijo de Martín, es el matrimonio con Magdalena Castro, ya que ella tuvo como hija natural a Pascuala Sepúlveda Castro, mencionada anteriormente como esposa de Inocencio, hijo de Domingo Bravo. Es probable que al enviudar Domingo, se haya casado más tarde con la suegra de su hijo, al ser madre soltera, para acogerla en el clan familiar.


Otro argumento que me refuerza esta teoría, es que en 1778, Magdalena, estando ya viuda de Domingo, se casa con Manuel Ramírez Sepúlveda, quien había tenido descendencia natural en María Tomasa Lagos, siendo padres de Petrona Ramírez Lagos, también mencionada anteriormente como esposa de Próspero Bravo Sepúlveda, nieto de Domingo. Estas relaciones familiares hacen pensar que existió un fuerte resguardo del espíritu de clan, que es bastante característico hasta el día de hoy. 



2.3.- Descendencia de Martín Bravo.


Asumiendo que Martín es el padre de Domingo Bravo Rivas, mientras no se pruebe documentalmente lo contrario, podemos encontrar la descendencia de la familia Bravo de San Carlos, provincia de Ñuble, en el siguiente link: Descendencia de Martín Bravo.